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Reflexión
del mes
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¿Guerra
justa? Difícilmente
"Alentado por estos tiempos de invasiones y evasiones,
el debate de la 'guerra justa' ha resurgido entre los expertos
e incluso entre los que se ocupan de crear políticas.
Pero, discusiones aparte, los hechos en el mundo real con
demasiada frecuencia refuerzan la máxima de Thucydides
de que 'El poderoso hace lo que puede, mientras que el débil
sufre lo que debe' -lo cual, además de ser indiscutiblemente
injusto- constituye, en la actual fase de la civilización
de la humanidad, una amenaza literal para la supervivencia
de la especie".
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| Noam
Chomsky (Estados Unidos, 1928). Lingüista, filósofo
y activista. Profesor emérito de Lingüística
en el MIT y una de las figuras más destacadas de la lingüística
del siglo XX, gracias a sus trabajos en teoría lingüística
y ciencia cognitiva. |
A lo
largo de su vida, ganó popularidad también
por su activismo político, caracterizado por una
visión fuertemente crítica de las sociedades
capitalistas y socialistas, habiéndose definido políticamente
a sí mismo como un anarquista o socialista libertario.
Considerado por The New York Times como "el más
importante de los pensadores contemporáneos",
es considerado una figura muy influyente de la izquierda
estadounidense, especialmente admirado en Europa, donde
sus conferencias, artículos y ensayos políticos
se reimprimen constantemente.
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Salud,
Cultura y Sociedad
¿Comunicación para la Salud?
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Así como hay congresos
sobre manejo de infecciones urinarias recidivantes, o avances
de la cirugía laparoscópica, o hallazgos en
resonancia magnética para el diagnóstico temprano
del Alzheimer, y a medida que adquirimos estos saberes, debemos
hacerlos conocer de nuestros pacientes y sus familiares, ahora
se propone un congreso internacional sobre comunicación
para la salud. En medicina el saber también implica
un deber: al saber algo útil para la salud se debe
hacer conocer de la comunidad, pues nuestro primer deber es
promocionar la salud y prevenir la enfermedad.
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Nunca antes se lograron tantos avances en el concepto, la
interpretación y el manejo de la salud; los médicos
casi no tenemos tiempo de pensar en los pros y contras de
algunos adelantos, su conveniencia o inconveniencia, su verdadera
utilidad; y mucho menos tenemos tiempo ni estamos entrenados,
para comunicar estos avances a nuestra sociedad. Recibimos
estos conocimientos, pero no nos capacitan para divulgarlos
y discutirlos con las personas, en diferentes escenarios.
Aunque la comunicación es innata al ser humano, necesitamos
aprender a aplicarla en programas de promoción de la
salud y prevención de la enfermedad, o en el difícil
momento de aparición de la enfermedad.
La comunicación para la salud tiene tres claros escenarios:
cuando queremos diseñar, implementar y evaluar programas
con la comunidad (Salud Pública); la forma como nos
comunicamos constantemente en las instituciones de salud con
colegas y compañeros de trabajo, incluida el área
administrativa; y en ese momento dramático e íntimo
de la entrevista o encuentro con alguien que solicita nuestra
ayuda porque se siente enfermo.
En los países desarrollados trabajan este tema desde
hace unos 20-30 años y le asignan 3 características
principales: es un área de investigación aplicada;
tiene pertinencia social; y se ejerce en ámbitos interdisciplinarios.
Los programas de educación médica deben recuperar
la relación de la salud con las ciencias sociales,
pues necesitan su concurso para definir conceptos como salud-enfermedad-vida;
fortalecer el manejo de la palabra hablada, escrita y el lenguaje
del cuerpo; y especialmente, para recuperar la sensibilidad
que ellas aportan y que permite acercarse con respeto y afecto
a la persona que sufre.
Esta dificultad para comunicarnos nos aleja del ciudadano,
porque no encuentra en nosotros el interlocutor apropiado
a sus diversas y complejas necesidades, en un mundo tan difícil
y cambiante como el actual. Lo que debemos hacer es escucharlo
con atención, interpretar sus necesidades y la forma
como las expresa, valorar su experiencia de enfermar como
un saber que adquirió y, después de informarlo,
compartir con él la mejor decisión para resolver
su situación. No se requiere nada más, pero
tampoco nada menos.
Por eso es importante celebrar un Congreso Internacional de
Comunicación para la Salud, y conocer lo que se está
haciendo en otros lugares del país y del exterior sobre
este importante tema. Esto nos ayudaría a resolver
muchos problemas del día a día en nuestra profesión,
dado que la comunicación para la salud no es simplemente
una asignatura ni un ejercicio intelectual ni mucho menos
un embeleco: es una necesidad.
El Centro Nacer de la Facultad de Medicina y la Facultad de
Comunicaciones de la Universidad de Antioquia, en asocio con
la Universidad del Norte de Barranquilla y Ohio University
(USA), invitan al Congreso Internacional de Comunicación
para la Salud, Medellín, septiembre 29 a octubre 1º
de 2010, en el Edificio de Extensión de la Universidad
de Antioquia. Toda la información en www.comunicacion
paralasalud.com
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Referencia bibliográfica
- Alcalay R. La comunicación para la salud
como disciplina en las universidades estadounidenses. Revista
Panamericana de Salud Pública, 1999; 5(3): 192-196.
Disponible en: http://www.scielosp.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S102049891999000300020&lng=
es&nrm=iso&tlng=es
Nota: Esta columna es un aporte del Centro Nacer Salud y Reproductiva,
Facultad de Medicina, Universidad de Antioquia
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Bioética
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En
la práctica de la medicina tiene lugar, de modo inevitable,
el hecho de un encuentro concreto y de carácter personal,
entre el médico, los auxiliares de diversos campos en
la atención sanitaria, y el paciente y sus familiares.
Esto acontece a pesar de las intromisiones que han ganado terreno
en la sociedad de lo masificado, de lo utilitario y de lo tecnocéntrico,
y pese a la intervención -algunas veces muy conflictiva-
de intermediarios financieros que se consideran idóneos
para intervenir en medio |
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del acto médico, además de la presentación
de otros elementos de dificultad: despersonalización,
deficientes condiciones laborales del personal sanitario,
inseguridad, agotamiento, desconfianza, excesiva normatización
e injerencia de auditorías y sistemas de control de
gastos y facturación. Aquellos llegan al extremo de
parecer la prioridad y ocupar un lugar primordial en el acto
médico. También aparece como un nubarrón
ominoso el creciente intervencionismo judicial: existe el
temor a multimillonarios procesos de responsabilidad civil,
penal o administrativa, estimulados por la judicialización
del acto médico, hoy acorralado por sistemas legales
que pretenden reducir la práctica clínica a
la adherencia a unas normas protocolarias basadas en una evidencia
que se confunde con prepotencia de la epidemiología
y del análisis costo-beneficio de carácter utilitario.
A pesar de todo lo señalado, aún sucede el encuentro
personal. Aunque la realidad sea la de turnos de atención
colectivista, de la aparición y aplicación de
la historia clínica electrónica -poderosa herramienta
para mejorar notablemente el proceso-, los sistemas de manipulación
de datos y otros elementos de una época apasionada
por la intervención de una tecnociencia en la que se
ponen esperanzas muchas veces vacías e irreales.
No podemos olvidar la semiología como técnica
elaborada de diagnóstico. La anamnesis ordenada como
parte de un interrogatorio que se basa en un franco diálogo
tras las claves clínicas, permite valorar en su debida
medida el peso de lo subjetivo y de lo objetivo. El genuino
razonamiento clínico no puede prescindir de las consideraciones
anteriores.
La historia clínica es en realidad un relato pato-biográfico,
como lo destaca Laín Entralgo. El carácter biográfico
de la enfermedad tiene que ver con un particular modo de vivir,
esencial para el enfermo, cuya trayectoria existencial incluye
su modo de enfermar. El paciente vive con su condición;
esto, y su peso sobre el proyecto existencial particular,
se ejemplifica y llega a comprenderse de modo claro en ejemplos
como el del enfermo diabético o de quien padece otras
patologías crónicas de carácter degenerativo.
En aquellas circunstancias, de modo prolongado, se requieren
importantes intervenciones educativas y farmacológicas
que se prolongan a lo largo del tiempo. Y este tiempo comprende
lo que le resta de vida física al enfermo, es su propio
tiempo.
Para cada ser humano, su realidad personal, su modo de enfermar,
comporta vitales interrogantes sobre su futuro, sobre el pronóstico,
sobre el modo de sobrellevar humanamente las dificultades.
Aunque no exista la curación, existe la paliación,
existe el fruto de la acción terapéutica, el
control del dolor y de los síntomas, el acompañamiento,
el sentido original del concepto therapeia: yo cuido.
Se trata de una actitud que comprende mucho más que
el entendimiento técnico y cuantitativo del problema
biológico concreto. Esta es la esencia de la relación
terapéutica, no se puede borrar la fidelidad a ella
como parte constitutiva del ethos de la profesión.
Siempre existirá el peligro de la pérdida de
este carácter humano del encuentro curativo. Si las
cosas se reducen a un fugaz choque de sombrío tono
burocrático, entre un funcionario y un organismo descompuesto,
viene un quiebre fundamental de la razón de ser de
la medicina. Eso tiene consecuencias funestas, pues es la
pérdida del horizonte antropológico. Hoy tienen
gran validez las palabras del doctor Edmund D. Pellegrini,
presidente del Consejo Presidencial de Bioética de
los Estados Unidos, exdirector del Instituto Kennedy de Ética
de la Universidad de Georgetown, entidad que marca un hito
en la historia de la bioética como disciplina: El
encuentro clínico es una confrontación, un encuentro
cara a cara entre quien dice curar y alguien que necesita
ser curado. Su lugar es la relación médico-paciente
o enfermera-paciente. Es un fenómeno de inter-subjetividad,
y es en este sentido que ese es el lugar para la experiencia
de la dignidad humana y su pérdida
.
NOTA: Esta sección es un aporte del Centro Colombiano
de Bioética -Cecolbe-.
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