MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 261 JUNIO DEL AÑO 2020 ISNN 0124-4388
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Ningún otro agente patógeno había alterado tanto la modernidad como el SarsCov2; la única referencia similar sería la del VIH en los años 80, pero este nunca alcanzó las dimensiones y connotaciones del Covid-19, que ha llevado a la humanidad hasta el punto que ya algunos se aventuran a señalar que el siglo XXI verdaderamente comenzó en 2020.
Transcurridos casi seis meses de la detección “oficial” del primer caso, lo único claro es la incertidumbre general sobre todos los elementos que rodean la pandemia: su origen, tratamiento, efectos a mediano y largo plazo, los cambios que traerá para la sociedad, en fin, preguntas y más preguntas aún sin respuestas, que terminan agudizando el desasosiego colectivo impulsado por los millones de mensajes que circulan en las redes sociales informáticas, la mayoría especulativos, cuando no completamente falsos.
Incluso la decisión de la Organización Mundial de la Salud de cambiar la clasificación de pandemia por una declaratoria del Covid-19 como enfermedad endémica, ha generado inquietudes sobre el peligro que entraña, puesto que las autoridades sanitarias se quedan sin un respaldo que les permita enfrentar los intereses económicos que presionan las reaperturas inmediatas de las sociedades, por su parte los ciudadanos pueden interpretar el mensaje como una disminución en la gravedad de la enfermedad, pero además, la declaración se puede entender como el reconocimiento de la OMS de haber perdido la batalla para contener al Covid-19 dejando la tarea al tiempo y la adquisición de una inmunidad de rebaño.
Y es que conocer el estado del arte del Covid-19 a estas alturas, es fundamental para la toma de decisiones en todos los ámbitos. Y el primer elemento a considerar es que el SarsCov2 “puede no irse nunca”, como advirtió la OMS, al reconocer que “no se tiene claro cuándo se podrá frenar su expansión”, y puede terminar siendo otro virus endémico en nuestras comunidades. Michael Ryan, director de Emergencias Sanitarias de la OMS, agregó “es importante que seamos realistas y no me parece que nadie pueda predecir cuándo desaparecerá la enfermedad” con lo que la clasificación de endémica quedaría en firme, lo que según la definición del Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, quiere decir, que tendrá una “constante presencia y/o habitual prevalencia en la población”.
Otro aspecto en el que se ha avanzado es en la identificación del virus, del cual desde enero, cuando investigadores de China divulgaron la primera secuenciación, hasta ahora ya existen más de 18.000 genomas del SarsCov2 secuenciados en diferentes países. Esta información se viene depositando en una plataforma pública, Gisaid, que permite compararlos y analizar sus diferencias, lo cual resulta crucial en la medida que permite no solo conocer la procedencia y fecha de llegada a cada lugar sino también a buscar formas para combatirlo. Ahora bien, entendiendo que las mutaciones son normales en todos los organismos, la científica Adriana Heguy, directora del Centro de Tecnología del Genoma de la Escuela de Medicina Grossman, de la Universidad de Nueva York, señaló a BBC Mundo que “en el caso de los virus ARN como el SarsCov2 (cuyo material genético es ácido ribonucleico), mutan mucho más rápido por el mecanismo intrínseco de la replicación, porque cuando el virus va haciendo copias de sí mismo y la enzima que replica su genoma comete errores”.
Si bien la misma científica señala que este no debe ser un motivo especial de alarma ya que la mayor parte de las mutaciones probablemente no tienen ningún efecto, sin embargo aún no hay consenso sobre si alguna de las ellas pueda ser más peligrosa o más transmisible o produzca síntomas más graves de covid-19.
Tal vez el elemento que más expectativas genera se centra en la posibilidad de una vacuna y los tratamientos que se vienen ensayando. Mientras dura la espera de la vacuna, que podría durar meses, en varios países, incluída Colombia, se prueban tratamientos con medicamentos que venían siendo utilizados en otras patologías pero que podrían ser útiles para enfrentar al Covid-19. Muchos de los fármacos probados hasta ahora se clasifican dentro de los antivirales y países como China y España han reportado casos donde han sido efectivos. Sin embargo, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades en Estados Unidos (CDC) ha manifestado que aún no existe un tratamiento efectivo aprobado y que hasta ahora nos encontramos en fase de experimentación.
En un contexto más especulativo avanzan las investigaciones y alianzas en la búsqueda de una vacuna. Mientras laboratorios como Sanofi y GSK anunciaron que trabajarían juntos para desarrollar una vacuna, ya que según Paul Hudson, CEO de Sanofi “ninguna compañía puede trabajar individualmente”, otros ensayos como el financiado por Bill Gates comienza a ser probada en humanos, y compañías chinas, estadounidenses o suizas pugnan por encontrar un remedio a la pandemia que les generaría gigantescos réditos económicos, como ya se observó en el caso de la farmacéutica china CanSino Biologics quien tras anunciar que trabajaba con el ejército para desarrollar una vacuna, que ya estaría en una segunda fase de los ensayos clínicos, vio multiplicar su valor en la bolsa en casi tres veces en lo corrido del año. Esta situación se ha repetido en los casos de firmas como Jiangsu Wuzhong Industrial o Shandong Lukang Pharma, en la Bolsa de Shangai, o Gilead cuya cotización pasó de los 65 dólares a comienzos de año a máximos en 83 dólares (+30%) luego de los prometedores resultados obtenidos por su fármaco Remdesivir.
Finalmente un elemento preocupante es la confirmación de que haber tenido Covid-19 no genera inmunidad, como quedó demostrado en Corea del Sur, entre otros lugares, donde 91 pacientes volvieron a infectarse una vez curados. Este hecho elimina la eficacia de la estrategia de emitir tarjetas de inmunidad para retomar la vida normal. Lo otro es que el mundo debe estar preparado para una posible segunda ola como lo ha afirmado Son Youngrae, miembro de la unidad de Gestión de Desastres del Ministerio de Salud de Corea del Sur, al recomendar “debemos estar preparados para una segunda ola. Si no se puede erradicar lo importante es poder limitarlo. Si conseguimos mantener los casos de procedencia desconocida por debajo del 2% podremos controlar la pandemia”.
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