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En
esta edición... |
Claudia
Gómez |
Su
bella voz que es buen presagio Ana
Ochoa Periodista elpulso@elhospital.org.co |

Y aquella voz femenina, voz del hondo jazz, voz carnal de
espíritu en viaje, repetía para nuestro asombro:
los vientos, las dunas y las rocas pueden cantar
yo
las he oído con la llegada del frío de la noche.
Es Claudia Gómez, cantante y guitarrista, leyendo en
baja voz a George Steiner con la convicción de quien
ha sabido del misterio de la música, de la avaricia
de las palabras frente al milagro cardinal de una boca
que canta, del apocamiento del habla frente a la melodía,
de la melodía que despoja al texto de todo su poder,
del despotismo del significado, de los legados
imperfectos de la escritura y, en fin, repite ella,
de la rica pero monocorde melodía que producen
las palabras frente a la infinita música.
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Claudia Gómez, cantante, guitarrista,
compositora y arreglista, vuelve a Colombia luego de 20 de más
de 20 años en Estados Unidos y Europa. |
¿Palabras? Dios no se deja
engañar, él odia la literatura escribió
el filósofo Maritain. El miedo de Platón
a la música tenía su razón de ser
lee Claudia Gómez con una sonrisa austera, casi elegante
en ese asomarse sin estridencias al vacío.
La música, el fluir del inconsciente, excede la
expresión de las palabras. En mi trabajo, las letras
pueden llegar a ser sólo fonemas, nuevas rutas, pero
no el centro, a diferencia de lo que ocurre con tanta frecuencia,
por ejemplo, en la música popular española, que
es maravillosa, pero muy apegada a la palabra y, en definitiva,
muy diferente del camino musical, en especial jazzístico,
que he recorrido, comenta. Sus fusiones de Jazz con ritmos
tradicionales colombianos como el bambuco, no nacen del nuevo
huevo de premios Grammy ni de la cosecha de menciones en la
Billboard (aunque también ha estado en ella). Claudia
Gómez lleva más de dos décadas de trabajo
y es, sin duda, la pionera de la exploración en Colombia
de las músicas populares y sus diversas fusiones. Inteligente,
viajera por todas las regiones de Colombia, maestra sin academia
y famosa sin ostentación, dejó Medellín
en los años 70 y salió para el Londres duro, a
vivir de la música. Ahora vuelve a su país luego
de 6 discos (*) y un proceso de convergencias musicales de años,
con una vida de estudio que ha regulado la precipitud de la
debutante, que ha tallado sus iniciales urgencias para dejarlas
en nada, o en casi nada, porque, dicen los que saben de eso,
que a la verdad propia se llega despacio y siempre eliminando.
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Claudia Gómez , pionera de la fusión
de jazz con ritmos latinoamericanos. Foto con Sonia Martínez
y Doris Chávez. |
Con su guitarra ha
estado por igual en calles donde bailan porros o flamencos,
o en fiestas con fastos raros y condesas; también en
bares, tocando con su hermano rockero, o cantando con bandas
de Jazz y grupos de ritmos suramericanos en las noches de Bogotá,
Londres, Barcelona y principalmente en San Francisco, donde
permaneció 15 años. Es licenciada en música
de la Universidad de San José, en California; con estudios
de composición y Jazz en Oakland. Ha sido también
maestra de percusión africana, brasilera y colombiana;
cantante, guitarrista, compositora y arreglista.
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También es licenciada
en antropología y ha explorado diferentes culturas
musicales. Por ejemplo, su experiencia con la música
brasilera fue intensa y, en todo caso, aquella pesadumbre
humana, tantas veces interpretada allí con alegría
ambivalente, le enseñó que es mejor sufrir
en do menor que sufrir callado.
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El miedo
de Platón a la música tenía su razón
de ser
George Steiner citado por Claudia
Gómez.
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Estamos en la sala de su casa
entre las arboledas de Envigado. Una casa llena de viejas fotos
familiares pegadas hasta en las caperuzas de las lámparas.
Allí está su hermano en blanco y negro, de pelo
sobre los hombros, recordando que la muerte es engañosa.
Allí, también, las imágenes de su padre
odontólogo y músico. Pero en puesto de honor las
fotos y carátulas de discos de su madre, Angela, reconocida
cantante. Hace poco, en Medellín, fue aplaudida cuando
con una belleza de voz que no admite ocasos cantó acompañada
de su hija, en escenario compartido también con la famosa
cantante española Martirio. Su padre -abuelo de Claudia-
era el industrial Enrique Suárez, nacido hacia 1897 en
Marmato, dueño de buena parte de Umco e impulsor de otras
empresas, pero además flautista que había fundado
en Medellín una banda llamada Jazz Nicolás.
Así que en la historia de Claudia Gomez hay tradición,
aunque a esta palabra le tiren piedras los malquerientes de
los privilegios. Pero si algo no ha tenido Claudia Gómez
es caminos despejados. Y no es por ponerle moño roto
a la historia de la artista para regalársela a un público
que quiere leyendas de superación, e historias que encajen
en el molde plástico de la publicidad. Lo que ocurre
es que dedicarse a la música con exclusividad implicó
conflictos, traiciones a la llamada tradición,
búsquedas más allá de su protectora casa
y, en definitiva, solidez de carácter y determinación
poco frecuentes. Bernstein decía que todo buen artista
tiene su impedimento. Yo tuve un padre, repetía.
Las familias no siempre hacen buena sombra. En este caso la
familia de músicos fue apoyo más que interferencia,
pero este medio no es precisamente favorable al estímulo
de los artistas antes del premio o la mención internacional.
No obstante, hay seres talentosos en su arte y en su vida, particularmente
dotados para pactar duelos con la desesperanza y el miedo. Algunas
veces su talento alcanza maduración trascendente y triunfan
según dicen algunas biografías. Y si se hunden,
lo hacen sin ruido como recomendaba Tagore. Pero salen aguas
más allá, flotando en maderas de guitarra y mirando
como ella, de frente, con ojos sin disimulos y sin maquillaje.
¿Qué logró? Esas preguntas abundantes y
sin ritmo, son pasatiempos perniciosos de afanados contabilistas
que se contentarían con decir que Claudia Gómez
es famosa, sale en revistas internacionales y sus discos se
pueden comprar en la Internet. |
Sinembargo, por debajo de las piedras de nuestra mala conciencia,
se filtran dudas y voces de viejos tonos recordando que lo
más hermoso de la obra humana es el ascenso del espíritu,
su depuración, la flecha en el azul, que
nombraba, casi cantaba, Pedro Gómez Valderrama.
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Claudia Gómez, Café Madrid,
2001.
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Discografía (*)
Vivir Cantando, MTM Records.
Tierradentro. Xenophile, Green Linnet Records.
Salamandra. Clarity Records
Recopilaciones:
Music from coffee lands. Putumayo Records
Divine Divas. Round Records
Serpentine Features, Crosspulse
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Ocioso
lector |
Decirle Doctor
al hablador y otros
eufemismos |
El albañil pasa a ser profesional
de la construcción, el obrero productor,
la cocinera empleada del hogar
Don Manuel
Seco, en un ensayo denominado El eufemismo y el lenguaje administrativo
(en Poemas y ensayos para un homenaje de la Universidad
de Salamanca) recuerda esta singular tendencia de sobreelevar
las profesiones y cambiar los nombres por curiosos refinamientos.
Y señor -y ni se diga doctor- es casi que cualquiera.
Recuerda que en 1596 escribía Juan Rufo en las
Seyscientas apotegmas: 'Ningún hombre del mundo está
contento con su suerte, y de la misma manera ninguno huelga
de oír al justo su definición, condición,
calidad, talle ni figura; y así, al rey agrada más
el título de monarca; al señor, el de príncipe;
al caballero, el de señor; al hidalgo , el de caballero;
al villano, el de hidalgo.' Y poco más tarde, en 1611,
Francisco de Quevedo en El mundo de por dentro: 'Todo es hipocresía.
Pues ¿en los nombres de las cosas no la hay mayor en
el mundo? El zapatero de viejo se llama entretenedor del calzado;
el botero, sastre de vino, porque le hace de vestir; el mozo
de mulas, gentilhombre del camino; el bodegón, estado;
el bodegonero, contador; el verdugo se llama miembro de la
justicia, y el corchete, criado; el fullero, diestro; el ventero,
güesped; la taberna, ermita; la putería, casa;
las putas, damas; las alcagüetas, dueñas; los
cornudos, honrados. Amistad llaman el amancebamiento; trato,
a la usura; burla, a la estafa; gracia, a la mentira; donaire,
a la malicia; descuido, a la bellaquería; valiente,
al desvergonzado; cortesano, al vagabundo; al negro, moreno;
señor maestro, al albardero; y señor dotor,
al platicante (
) A toda pícara, señora
hermosa; a todo hábito largo, señor licenciado;
a todo gallofero, señor soldado; a todo bien vestido,
señor hidalgo; a todo fraile, motilón, o lo
que fuere, reverencia y paternidad; a todo escribano, secretario'.
Y agrega Manuel Seco que en la mayoría de los casos
se trata de hallar un nombre de resonancia más culta
y más distinguida. Así tenemos el esdrújulo
helenismo de oftalmólogo' que es perfecto sinónimo
de 'oculista'
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Abundantes y curiosas correcciones
hechas a mano, multiplican el encanto de Manuscritos
olvidados, colección de poemas inéditos
del peruano César Vallejo. Los textos, escritos en
un cuaderno escolar en el que se lee Cartilla escolar
antifascista, fueron recopilados por la Universidad
Católica de Lima y la Editorial Británica, Támesis
Books.
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Llega
a Colombia Las mujeres de verdad tienen curvas,
película de la arqueóloga y antropóloga
colombiana Patricia Cardoso, ganadora del premio del público
en el Sundance Festival -2002-, dirigido por Robert Redford.
Esta profesional de la Universidad de Los Andes en Bogotá,
estudió cinematografía en UCLA, Universidad de
California, en Los Angeles, y su cinta ha recibido el respaldo
de cadenas fuertes como HBO, que ya la ha vendido en 12 países. |
Kafka, los
años de las decisiones, es el primer tomo de
la biografía escrita por el matemático y filósofo
alemán Reiner Stach, publicada por Siglo XXI. Según
su autor, la obra revela, no el conocido retrato del neurótico
y enfermo creador, sino la personalidad de un ser con insospechadas
fortalezas. Y no podían faltar las curiosidades que
tanto persiguen los biógrafos, entre ellas la preocupación
constante de Kafka por su salud y su bienestar corporal,
y sus obsesiones con temas como el vegetarianismo y la natación.
Al parecer
en 1888 los pintores Paul Gauguin y Vincent Van Gogh, se
aventuraron en un proyecto llamado mesiánicamente
El renacimiento del arte, que daría origen
a un histórico capítulo de la creación
artística, poblado de colores iniciáticos
y desconocidos paraísos. El Grand Palais de París
hace una exposición con motivo del centenario de
la muerte de Gauguin, con más de 300 obras, entre
pinturas, esculturas, dibujos y fotografías, realizados
en Tahití por ese controvertido disidente que, por
cierto, es también protagonista de la última
novela de Mario Vargas Llosa, El paraíso de
la otra esquina.
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