 |
|
|
 |
|
Doctor Alfonso Ortiz Tirado
|
 |
El
médico que curaba con su voz
Hernando
Guzmán Paniagua Periodista - elpulso@lhospital.org.co
|
45 años
después de su muerte, el tenor lírico y médico
mejicano Alfonso Ortiz Tirado, sigue brillando como ejemplo
de humanismo y consagración a la causa de los más
necesitados.

|
|
En un pueblito de
ambiente semi español, alumbrado por lámparas
de gas y donde la música salía de los organillos
mecánicos y de los primitivos fonógrafos de
manubrio, nació el 24 de enero de 1893 el embajador
lírico de la canción mejicana y destacado filántropo:
el doctor Alfonso Ortiz Tirado. Tal era la condición
de Álamos, un villorrio del estado de Sonora en Méjico,
a fines del siglo XIX, con sus calles empedradas, sin autómoviles,
sin cines, sin discos ni sinfonolas. Allí mismo vino
al mundo 21 años después la deslumbrante María
Félix, leyenda del cine azteca. Era una época
de grandes representaciones teatrales, que tocarían
la sensibilidad del niño Alfonso Ortiz Tirado.
Cuán diminuta y provincial sería Álamos,
si la misma Ciudad de Méjico también tenía
entonces sus calles en piedra y por ellas circulaban los tranvías
tirados por mulas y las luces eléctricas eran muy escasas,
hasta 1898, cuando se inauguró el moderno alumbrado
público. En este mismo año, los pobladores podían
disfrutar de las bandas de música que tocaban en el
quiosco de la Alameda Central o en el Jardín de Santa
María la Ribera. El futuro cantante creció en
un hogar donde reinaba la música. Sus hermanas Sara
y María Luisa eran mezzosoprano y soprano respectivamente.
En segundo año de primaria ya era solista en el coro
del colegio de los jesuítas y a los once años
de edad suplantaba la voz de una de sus hermanas cantando
tras los cortinajes, en un homenaje a la primera dama Carmen
Romero Rubio. Por la forma en que Ortiz Tirado ejerció
el canto y la medicina, se convirtió en apóstol
de los más pobres y humildes. En el consultorio y en
el escenario, el gran benefactor supo curar de su eterna tristeza
a Méjico y a muchos otros países.
Sangre española, lírica
y gitana
La formación del gran
tenor Alfonso Ortiz Ortiz Tirado es como un gran crisol donde
se mezclan las mejores esencias musicales. Esa que fuera una
de las voces más bellas y amadas dentro y fuera de
Méjico, resumía en sí las mejores aportaciones
de la canción española, el sentimiento gitano,
la lírica operática italiana, el vals vienés,
la opereta francesa, la gracia y vitalidad de Cuba y Méjico,
y por supuesto, el don personal de aquel timbre cálido,
tierno y aterciopelado que todavía hace suspirar a
quienes lo escuchan.
Toda esa alquimia musical pasaría también por
el influjo del gran tenor italiano Tito Schipa, por el talento
creador de Agustin Lara, Alfonso Esparza Oteo, Gonzalo Curiel,
María Grever, MarioTalavera, Miguel Prado y Eliseo
Grenet, entre otros compositores, y se decantaría con
la técnica vocal del maestro Pierson, el mismo que
modeló las famosísimas voces de Juan Arvizu,
José Mojica y Pedro Vargas, los otros miembros del
cuarteto que difundió la lírica mejicana por
el mundo hispano parlante.
|
Su voz de terciopelo resumía
las mejores esencias del canto español, la lírica
italiana, la gracia de Méjico y Cuba, y el sentir
gitano
|
Quienes
aman la música del doctor Alfonso Ortiz Tirado, lo recuerdan
principalmente por dos géneros populares que marcaron
la canción en Latinoamérica antes de promediar
el siglo XX: el bolero y las llamadas españolerías,
en los cuales el gran tenor brilló con luz propia. Sus
magistrales interpretaciones de lo español y lo gitano
se explican, además de las profundas raíces ancestrales
hispánicas, por la huella cultural ibérica de
los siglos precedentes. A principios del siglo XIX todavía
se cantaban coplas y romances españoles en el Méjico
independiente, y a finales de la misma centuria, cuando nació
Ortiz Tirado, aún se entonaban villancicos, pastorelas
y coloquios de la época virreinal, expresiones provenientes
de Andalucía, Galicia, Extremadura y Castilla la Vieja.
Apenas cinco años antes de su nacimiento, habían
empezado a llegar a la tierra mejicana varias compañías
de zarzuela que además de imponer el drama lírico
español, abrieron campo al baile del cancán y
con él a las compañías de operetas francesas.
Y sólo cuatro años antes, había triunfado
en Méjico la Compañía de Bufos Habaneros,
con la cual sentaban sus reales la guaracha, las habaneras y
las danzas de Cuba, para completar ese sincretismo músico
- teatral.
Como si hiciesen faltan más ingredientes en esta amalgama,
ahí estaban la ópera italiana llegada en la segunda
mitad del siglo XIX y el vals vienés, introducido por
una orquesta austriaca en la época del emperador Maximiliano.
De contera, Ortiz Tirado recibió los efectos de la inmigración
de artistas españoles, italianos y franceses en la última
década del siglo XIX, a raíz de la guerra franco
- prusiana de 1870.
|
El gran
embajador lírico de la canción mejicana es tal
vez el mejor representante de esa simbiosis artística
entre Méjico y España, que se consolida en las
primeras décadas del siglo XX. La escena artística
de los años 30´s la dominan los populares cantores
ibéricos Angel San Pedro Angelillo, y Juan
Mendoza El Niño de Utrera, gratamente recordados
por sus versiones de María Salomé
y El Hijo de Nadie, respectivamente.
Otros insignes cantantes líricos españoles que
dejaron su impronta en Ortiz Tirado y su generación,
fueron José Moriche, quien llegó a Méjico
en la década del 20; Juan Pulido, nacido en 1891 y responsable
de la popularización del bolero Júrame
de María Grever; Luis Alvarez, nacido en Gijón
y establecido en Cuba, y Julián Mario Oliver, de quien
no se sabe si es español, portugués o italiano.
Otros magníficos ejemplos de esta hermandad hispanoamericana
son la gran cupletista cubana Pilar Arcos, de padres españoles,
y sin ir más lejos, la brillante soprano mejicana Margarita
Cueto, cuyo esposo era español.
 |
 |
| Capitulo
aparte merece el sentir gitano de Alfonso Ortiz Tirado, con
marcada influencia también de la canción española.
Algunas de sus más célebres interpretaciones contienen
esta temática, y entre ellas se destacan Ven Acá
Gitana de Agustín Lara, Lamento Gitano
de María Grever, expresiones inspiradas en la melancolía
propia del errante pueblo zíngaro, producto de su desarraigo.
Rosa, Clavel Sevillano y Cortesana
del maestro Lara, expresan un sentimiento andaluz muy próximo
a la gitanería. En nuestro medio gustaron mucho, canciones
como Clavel del Aire y Reina Mora, y
otras tonadas y pasodobles con reminiscencias de la España
morisca. Adicionalmente, Ortiz Tirado cantó la famosa
suite de Agustín Lara dedicada a España, país
donde paradójicamente nunca estuvo el gran compositor
y pianista. |
El doctor Alfonso Ortiz Tirado concibió
desde el principio la medicina y el canto como expresiones
singulares de su amor a la humanidad
|
La
canción como apostolado
El doctor Alfonso Ortiz Tirado
concibió desde el principio la medicina y el canto como
expresiones singulares de su amor a la humanidad. El gran benefactor
apareció en escena desde la primera vez que cantó
como tenor, el 11 de noviembre de 1928, y es muy significativo
que su primer escenario haya sido el pabellón ortopédico
del Hospital General de Méjico, en una función
benéfica cuyos rendimientos los dedicó a la dotación
de esa sección hospitalaria. El joven galeno sintió
siempre una fuerte vocación por la rehabilitación
de los inválidos. Por ello, después de graduarse
en la Facultad de Medicina de la Universidad de Méjico
en 1919, realizó su internado en ortopedia en el Hospital
Merci de Denver, Colorado (Estados Unidos), y escribió
un libro sobre el tratamiento de la osteomielitis por el método
de Orr. La inauguración y su asistencia permanente a
la clínica ortopédica lo hicieron suspender la
actividad artística en 1938, desdeñando incluso
el éxito que le ofrecía Estados Unidos, donde
figuraba en primer lugar entre los cantantes de habla hispana.
Diez años más tarde reanudó el canto, al
vender el pabellón al Seguro Social.
Varios conciertos que ofreció en el Teatro Iris sirvieron
adicionalmente para el mejoramiento de la clínica. En
ella se puede ver una placa que hizo poner el doctor Ortiz Tirado
y en la cual en vez de aparecer su nombre en letras doradas,
testimonia su agradecimiento al público mejicano, como
gran patrocinador de la obra. |
Después
de exitosas giras por Méjico, Cuba y Venezuela, triunfa
rotundamente en Argentina, donde la gente aplaudió hasta
el delirio su canción Cabellera Blanca, una
de las más hermosas dedicadas a la madre. En ese concierto,
el doctor Alfonso Ortiz Tirado permitió entrar gratuitamente
a todas las damas que tuvieran blanco el cabello, y poco es
decir que el público lloró de la emoción.
Fue también apoteósica la función dedicada
a las ancianas inválidas y ciegas, como inolvidable el
apoyo que brindó de una u otra manera a muchos artistas
necesitados. La dirección del Hospital de la Mujer fue
otra de sus importantes gestiones médicas, que cumplió
mientras tuvo salud. El cariño de Ortiz Tirado por el
público pobre quedó palpable cuando pidió
que sus discos pasaran al catálogo popular de la RCA
Víctor, para ser más accesibles económicamente.
|
 |
Ídolo
en Colombia
Colombia tributó un ferviente
aprecio al doctor Alfonso Ortiz Tirado, quien visitó
cuatro veces nuestro país. Tres de ellas estuvo en Medellín
como huésped del viejo teatro Junín y de los tradicionales
radioteatros de La Voz de Antioquia y La Voz de Medellín.
El tenor correspondió con creces este sentimiento y expresó
su cariño a los colombianos al grabar varias canciones
de la tierra.
El maestro antioqueño Carlos Vieco Ortiz le mereció
una admiración especial a Ortiz Tirado, y prueba de ello
son sus interpretaciones de los pasillos Hacia el Calvario
con letra de León Zafir; Plegaria, letra
de Bernardo Palacio, y Sed, sobre poema del vate
santarrosano Francisco Rodríguez Moya.
En esas canciones fue acompañado por el Conjunto Amerindia.
En Nueva York grabó otras dos canciones colombianas,
con el acompañamiento de los famosos Hermanos Hernández,
aquellos excelsos intérpretes de la bandola, el tiple
y la guitarra, oriundos de Aguadas (Caldas) y embajadores de
nuestros aires andinos en remotos países. |
Con cuatro visitas y canciones de
nuestra tierra, correspondió Ortiz Tirado el
inmenso cariño del pueblo colombiano
|
Por todo
ello y por su voz inmortal, Ortiz Tirado tuvo y aún tiene
multitud de seguidores en Colombia, que se deleitan con los
temas locales, así como con sus versiones de Clavel
Sevillano, Cabellera Blanca, Musmé,
El Adiós del Marino, Japonesita,
Te Quiero, Dijiste, Tú lo Sabes,
Hablemos de los Dos, Cabellera Rubia,
Llorar Eterno, Las Perlas de tu Boca,
Pasó el Tornado, Lamento Borincano
y tantas otras interpretaciones plenas de sentimiento. En ellas
canta con la misma profesionalidad desplegada en esas memorables
ocasiones en que triunfó con las arias de las óperas
El Elíxir de Amor de Donizetti, I Pagliacci
de Leoncavallo, Madame Butterfly de Puccini y Manon
de Massenet.
Alfonso Ortiz Tirado se retiró definitivamente de los
escenarios en 1955, aquejado por diversos achaques físicos
y espirituales. Pese a un festival de primera categoría
que se celebra cada año en Álamos, su pueblo natal,
y pese a los monumentos e instituciones erigidos en su nombre,
Méjico lo tiene relegado al olvido. La salud del cuerpo
y del alma a las cuales entregó su medicina y su voz,
finalmente lo abandonaron y murió el 7 de septiembre
de 1960 por causa de una afección cardíaca. En
su entierro comentó José, uno de los Cuates Castilla:
Si es triste perder un amigo, más triste es ver
que Méjico no sabe lo que hoy ha perdido . |
|
|
| Ocioso
lector
|
¡La tumba de Don Quijote
está en Popayán! |
|
Se transcribe una
carta dirigida hace un par de años a la revista Semana
por el hijo del historiador payanés Luis Carlos Iragorri
Peña, que a la letra dice:
Leí en su edición del 17 de agosto que
durante la visita a Popayán del príncipe Felipe
de Borbón, quedó fascinado cuando un ex alcalde
de la ciudad le contó que, según la leyenda,
Don Quijote está enterrado en la Iglesia de la Ermita.
Afirma la revista que fue tal el entusiasmo del Príncipe
con la historia, que llamó al secretario de cooperación
española para que le enviara una orden en la que diera
fe de lo que había escuchado. Pues bien: Ojalá
el secretario no vaya a dar fe de semejante cosa, pues estaría
afirmando que la pretendida tumba se encuentra en lugar equivocado.
Me explico. De acuerdo con la leyenda, recogida en un artículo
de Alberto Lleras, publicado en 1926, los huesos del Caballero
de la Triste Figura llegaron a América a bordo de unas
carabelas para ser trasladados después a una ciudad
de hidalgos, por cuyas calles españolas
hubo una procesión de hombres de golas engomadas (
),
de palabras sutiles y de gestos que parecían inmortalizarse.
No hay duda, Popayán. Y concluye Lleras, dirigiéndose
al Quijote: Y en la plaza mayor, bajo un árbol
que arañaba el cielo impasible, quedaron tus huesos,
colocados allí por las manos recias de los fantasmas.
|
|
|
 |
|
|
"La libertad, Sancho, es uno de
los más preciosos dones que a los hombres dieron los
cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra
la tierra ni el mar encubre"
 |
| |
|
|
| |
|
|
En www.epdlp.com
está El Poder de la Palabra, una web con
fragmentos de 2.454 textos literarios, así como la
biografía e imágenes de sus autores... 1.618
escritores. Para acompañar la lectura, allí
mismo se pueden ver obras de arte e imágenes de arquitectura,
y escuchar música clásica y bandas sonoras de
la cinematografía.
Cincuenta
piezas conforman la serie Abu Ghraib de Fernando
Botero, nacida de la ira que sintió ante el horror
de las torturas cometidas contra prisioneros iraquíes
por soldados americanos. La primera exposición será
en Roma el 16 de junio en el Palacio Venecia, sitio reservado
para grandes figuras de la pintura universal y donde Botero
será el primer pintor vivo en exponer. Luego pasará
a Alemania y otros países, y después será
entregada a museos, para guardar la memoria de la historia
de esta infamia. La Revista Diner's publicó en un especial
las 50 obras.

|
|
Las argentinas
Graciela Montes y Ema Wolf fueron las ganadoras del Premio
Alfaguara de Novela, con la obra El turno del escriba,
donde narran la historia de Rustichello, que dejó para
la historia las páginas de los viajes de Marco Polo:
"Es un homenaje a los que hacen una labor callada, una
reflexión acerca de los modos posibles de construir
una narración, y una invitación a experimentar
la salvación a través del relato y la imaginación,
porque contar una historia, aunque sea mínima, siempre
ayuda a salvarse".
Según
el Museo Gutenberg y archivos municipales de Estrasburgo,
en julio de este año se conmemoran 400 años
del periodismo impreso, porque han demostrado que el primer
periódico impreso del mundo vio la luz en el verano
de 1605 en esa ciudad: se llamaba Relation, una
especie de boletines editados por Johann Carolus.
|
|
|
|
 |
|