Como bien es conocido en el sector salud, se radicó
y retiró en el Congreso de la República un
proyecto de ley (el 236) que pretendía modificar
al sistema general de seguridad social en salud, y se aprovechaba
la oportunidad para el fortalecimiento del ejercicio de
las profesiones de la salud.
Tal y como lo hemos manifestado reiteradamente desde esta
columna, sentimos en el medio un interés desmedido
por la creación de nuevas normas, como la única
forma de dar solución a las diferentes problemáticas
del sector, olvidando que la mayoría de las veces
es justamente el interés desmedido por legislar lo
que ha llevado al caos jurídico en que se encuentra
el país, al punto que parte de las negociaciones
de los tratados de libre comercio tienen en su agenda este
tema de la seguridad jurídica.
No obstante lo anterior, vemos como se ha logrado crear
conciencia en el legislador de la necesidad de generar un
sistema único de afiliación al sistema, un
registro único de aportantes y un sistema que permita
que los prestadores, como los últimos eslabones de
la cadena del sistema, reciban de manera oportuna los pagos
por los servicios que prestan, siendo una oportunidad la
disolución de las ARS propuesta, ya que muchas de
estas han sido utilizadas en perjuicio del sistema y en
última instancia en detrimento de la atención
de los enfermos más pobres.
El capítulo V del proyecto se dedica a la profesión
médica, y es fundamental en éste el contenido
de la norma sobre la autonomía en el ejercicio de
esa actividad, al exigir de los actores del sistema el respeto
por la autonomía de los profesionales de la salud
en su ejercicio, y con fundamento en ese respeto, prohíbe
la limitación de los exámenes diagnósticos,
de la remisión a otros especialistas, de la prescripción
de medicamentos y de la mora en el pago de sus servicios,
temas que son hoy motivo de queja de estos profesionales.
No podemos entonces dejar de ver que este proyecto tiene
importantísimas normas para el sector, tanto desde
la reorganización en cuanto al flujo de los recursos
fundamentada en una adecuada inscripción el sistema,
y una administración acorde con las necesidades del
mismo. Por otro lado, al profesional médico, a quien
se le endilga la responsabilidad del resultado de los tratamientos,
se le concede en buena hora la autonomía perdida
frente a su paciente. Por todo esto creo poca la defensa
del gremio médico a este proyecto. Sobre estos temas
trataremos en otra oportunidad.