DELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 16    No. 206 NOVIEMBRE   AÑO 2015    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

 


Espiritualidad,
la mano de Dios que sana
Hernando Guzmán Paniagua - Periodista - elpulso@elhospital.org.co

“El mayor alcance del proyecto de espiritualidad del Hospital San Vicente lo tiene el Grupo Interdisciplinario de Adicciones, que incluye consulta médico-espiritual; fuera de la co-morbilidad, evaluamos espiritualmente al paciente para que crezca en este aspecto; es una consulta experimental, única en Colombia”.
Dr. Julián Ramírez
“El terapeuta conjuga una alta capacidad técnica y una alta calidez humana”. Dr. Julián Ramírez, quién aparece en la foto con uno de sus pacientes.
“Entendí que no éramos solamente mis pacientes y yo, quienes seríamos interlocutores en la aventura de restablecer la salud: existía un factor más allá de lo comprensible, que obraba con soberanía sobre muchos aspectos que los seres humanos nos esforzábamos por entender y “controlar”. Testimonio del médico internista Julián Ramírez, quien transitó un largo camino para madurar los conceptos plasmados en el libro “¿Medicina y espiritualidad?” (Publicaciones Hospital Universitario de San Vicente Fundación, 2013).
De familia muy creyente, Ramírez tuvo “una experiencia espiritual profunda” en Congreso Católico de Oración en el año 2000 y acendró sus convicciones en la Comunidad Minuto de Dios: “Tuve muchos momentos en oración, donde consultaba a Dios y a mi propia conciencia qué debía hacer. Poco a poco fui entendiendo que la vivencia de lo espiritual va más allá de plantear de forma abierta nuestras creencias, es más la posibilidad de encontrar un sentido y un propósito de la existencia a través de Dios”.
En la presentación del libro, el director de San Vicente Fundación, doctor Julio Ernesto Toro, repite palabras de una alocución suya: “Creemos que la solidaridad es compartir. Creemos que vale la pena compartir por el hombre. Creemos que el hombre siempre merece otra oportunidad. Creemos que en una oportunidad puede haber una opción de vida. (…) Creemos que un propósito meritorio tiene sentido sólo frente al hombre y, creemos que el hombre viene de Dios”.
“Un viaje con rumbo desconocido”
El médico reseña los paradigmas mitológico, mágico-religioso, biomédico, psicológico y social de la enfermedad, para postular que el paradigma bio-psico-social es el adecuado en la atención de salud, al ver “al individuo como un todo, entendiéndolo como parte de una sociedad, de una matriz familiar”, (…) un ser que requiere tanto tratamiento como rehabilitación y acompañamiento, cuando las secuelas son inevitables”.
Examina las “ópticas contemporáneas de la enfermedad”, la “dimensión espiritual” como elemento dador de sentido a la vida humana y las razones para integrar esa dimensión a la atención en salud. En este punto cita los estudios según los cuales 90% de los adultos en Estados Unidos ponen la religión y la espiritualidad como componentes básicos de sus vidas e indica que la atención humanizada con espiritualidad eleva los estándares de satisfacción del paciente. Indaga en la relación de la enfermedad con el ámbito existencial y con el sufrimiento espiritual; Ramírez concibe la búsqueda de sentido como “un viaje con rumbo desconocido en el que, a veces, no es el destino, sino el camino, quien ofrece las respuestas”. Se apoya en el cúmulo de investigaciones en “saluto-génesis”, asocia lo espiritual con los estilos de vida saludables, con la salud mental, y resalta los beneficios de la oración y la meditación.
“Vivir no es sólo existir,
sino existir y crear, saber gozar y sufrir,
y no dormir sin soñar. Descansar,
es empezar a morir”.
Gregorio Marañó
La tercera parte de la obra, “Cómo brindar atención espiritual a nuestros pacientes”, reclama la necesidad de la espiritualidad del terapeuta. El papel de éste se resume en: brindar servicio profesional con empatía y compasión, tamizar las necesidades espirituales de los pacientes mediante un ejercicio diagnóstico adicional e intervenir el área espiritual cuando sea posible, partiendo de un inventario de las habilidades espirituales disponibles. Señala Ramírez: “El terapeuta conjuga una alta capacidad técnica y una alta calidez humana”; esta última está cimentada en el deseo de servir, en la empatía y en la compasión. La empatía incluye tomarse tiempo para escuchar y abrirse a la intimidad del enfermo. La compasión es “sufrir con”, y exige el amor, como “capacidad de fijar una mirada compasiva y llena de posibilidades en otro ser humano”.
La atención, misión espirirual
El doctor Ramírez, internista del Hospital Universitario de San Vicente Fundación, apóstol de la humanización de la medicina, valoró las actividades que cristalizan el proyecto de espiritualidad en el Hospital: “Unas son explícitas y otras implícitas, éstas últimas son misionales. Entre las explícitas, nuestro grupo de oración para profesionales y pacientes, de orientación católica, se reúne los viernes a las 6.30 a.m. El recién fundado grupo de estudio 'Salud y Espiritualidad' se reúne quincenalmente para la exploración académica, básicamente con los estudios del psiquiatra Víctor Frankl, gran experto en logoterapia, en cómo el sentido de vida puede evitar enfermedades y retrasar complicaciones. Dirigido a profesionales, es ecuménico, abierto a distintas confesiones, centrado en la espiritualidad, incluyente, evita todo proselitismo religioso, inconveniente desde el punto de vista ético”.
“Creemos que la solidaridad es compartir.
Creemos que vale la pena compartir por el hombre.
Creemos que el hombre siempre merece otra oportunidad.
Creemos que en una oportunidad puede
haber una opción de vida”.
Dr. Julio Ernesto Toro
Anotó: “El mayor alcance del proyecto de espiritualidad del Hospital, lo tiene el Grupo Interdisciplinario de Adicciones, que iIncluye consulta médico-espiritual; fuera de la co-morbilidad del paciente (adicciones, hipertensión, diabetes y demás enfermedades que trata el internista), evaluamos espiritualmente al paciente para que crezca en este aspecto; es una consulta experimental, única en Colombia. También hay reuniones periódicas con pacientes adictos, un ciclo de conferencias para enseñarles a incorporar la espiritualidad en su recuperación. Se ha demostrado científicamente que la espiritualidad previene la recaída en las adicciones. Además, reuniones con las familias de los pacientes para fortalecer su propio proceso espiritual como cuidadoras”.
San Vicente Fundación: abriendo caminos
La incorporación de lo espiritual en el modelo de atención del Hospital San Vicente es el impacto más visible de este proyecto, consideró el doctor Ramírez. Entre los proyectos a mediano plazo, señaló los estudios para medir los impactos cualitativos en los pacientes. En principio se detecta disminución en la frecuencia del consumo de sustancias y mejores perspectivas de mejoría, a partir de la atención espiritual: “¿Qué mejor resultado, que la cantidad de gente unida al proyecto? Desde que salió el libro ¿Medicina y espiritualidad? he sido invitado, por lo menos, a 15 congresos médicos y encuentros con pacientes. Y el tener la segunda edición, demuestra la aceptación”.
También expuso sus ideas a pacientes en el Grupo de Demencias de la Universidad de Antioquia. Resaltó la visibilización del proyecto y el avance hacia un programa más estructurado en el Hospital, incluso en formación académica del personal para atención espiritual, y anunció que el área de Gestión Académica del Hospital lanzará un Curso Virtual de Espiritualidad y Medicina, para formación continua del personal interno y externo. Dijo que entre las adicciones, el alcoholismo y el tabaquismo reportan el mayor éxito mundial con este tipo de intervención.
Expresó el investigador: “Una de las cosas más bonitas que me pasan con frecuencia, es que los pacientes salen pensando en la pregunta: ¿Cuál es el sentido de mi vida? La mayoría no tienen una respuesta concreta, ni siquiera para el terapeuta es fácil dilucidarlo. Muchos me dicen: 'Doctor, es la primera vez en mi vida que alguien me pregunta eso'. Otros, de forma muy agradecida me manifiestan que estas ideas los hicieron caer en cuenta del valor de lo espiritual, así no sean muy religiosos. En un congreso médico, un doctor al final de mi conferencia se acercó a decirme: ‘Le confieso que me sentía muy preocupado por el tema de su conferencia, pensé que nos iba a hablar de catequesis y me doy cuenta con agrado de que usted nos amplió el horizonte espiritual; veo que aún siendo ateo, soy más espiritual que religioso´”.
El doctor Julián Ramírez hace suyo un epígrafe de Gregorio Marañón que figura en su libro: “Vivir no es sólo existir, sino existir y crear, saber gozar y sufrir, y no dormir sin soñar. Descansar, es empezar a morir”.
 
Logoterapia, en busca
del sentido de la vida
20 siglos antes de que convirtiesen la salud en un negocio, hubo unos hombres que vivían en soledad para sanar el alma y el cuerpo y convertirse en ejemplo para la sanación de los demás. Se llamaron “terapeutas” (del griego “therapeuein” que significa igualmente curar y servir). En el primer libro de “Vida contemplativa”, Filón dice que vivían en el siglo I de nuestra era, en alrededores del lago Mareotis, cerca de Alejandría (Egipto), con renuncia a bienes y familia, en habitáculos independientes llamados “semneo” o monasterio, esto es, lugar de soledad. En la Grecia antigua, el terapeuta era un servidor de los dioses, pero la acepción más primitiva de terapia se asocia con la labor del sirviente que cuida a alguien.
Tal es el remoto fundamento de la espiritualidad como ingrediente esencial de la medicina que mira la integralidad del hombre, no sólo su cuerpo y los males que la afligen, menos su bolsillo.
En el mundo moderno, la corriente que asocia de manera más clara la medicina y la espiritualidad es la logoterapia. Su precursor es el médico psiquiatra y neurólogo Víktor Frankl (1905-1997), nacido en Viena y de origen judío, gran escalador de montañas, que obtuvo la licencia de aviación a los 67 años y recibió 29 doctorados Honoris Causa de distintas universidades. Fue enviado en 1942, junto con su esposa, padres y hermana, al campo de concentración de Theresienstadt y luego trasladado a Auschwitz y Dachau. Trabajó con la rabina Regina Jonas reconfortando a los cautivos para prevenir suicidios. Liberado el 27 de abril de 1945 por el ejército norteamericano, sobrevivió al Holocausto, pero su esposa, su hermana y sus padres murieron en el ignominioso cautiverio.
La vida, ¿un campo de concentración?
Frankl regresó a Viena y en 1945 escribió “El hombre en busca de sentido”, que describe la vida de los presos en campos de concentración en lo humano y lo psiquiátrico. Plantea que hasta en medio de deshumanización y sufrimiento extremos, el hombre puede encontrar una razón para vivir, anclada en la dimensión espiritual, y enuncia las bases de su logoterapia.
Así como el cuerpo no vive sin el espíritu,
ninguna medicina puede ser realmente humanizada
sin el toque de la espiritualidad.
Frankl compartió inquietudes del psicoanálisis de Freud con quien tuvo contacto. Luego se orientó a la psicología individual de Alfred Adler a quien también trató, pero buscando un complemento a su psicología individual, analizó los valores y el sentido de la vida, para fundar y desarrollar la Logoterapia, “tercera escuela vienesa de psicoterapia”. La corriente se apoya en el análisis existencial, centrado en “voluntad de sentido”, por contraposición a la doctrina de Adler: “voluntad de poder”, y a la freudiana: “voluntad de placer”.
La Logoterapia parte de 3 supuestos filosóficos: 1) La libertad de voluntad: todo hombre puede tomar sus propias decisiones. Por tanto, es libre para determinar su propio destino y no ser un títere del mismo, o del inconsciente colectivo (pan-determinismo). 2) La voluntad de sentido: Frankl cuestiona las teorías psicológicas enfocadas a la percepción del “componente exterior”. Desvirtuando la idea del animatismo presente en el ser humano que lo vuelve un ser único ante los animales y vegetales, esto es la corriente del psicologismo. 3) El sentido de vida, que para la Logoterapia es un factor incondicional que sobrevive pese a las peores circunstancias, puede escapar a la comprensión humana.
Así como el cuerpo no vive sin el espíritu, ninguna medicina puede ser realmente humanizada sin el toque de la espiritualidad. Albert Einstein dijo: “El hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra subir” .
 
Ocioso lector
“El hombre en busca de sentido”
“Unas 1500 personas estuvimos viajando en tren varios días con sus correspondientes noches; en cada vagón éramos unos 80. Todos teníamos que tendernos encima de nuestro equipaje, lo poco que nos quedaba de nuestras pertenencias. Los coches estaban tan abarrotados que sólo quedaba libre la parte superior de las ventanillas por donde pasaba la claridad gris del amanecer. Todos creíamos que el tren se encaminaba hacia una fábrica de municiones en donde nos emplearían como fuerza salarial. No sabíamos dónde nos encontrábamos ni si todavía estábamos en Silesia o ya habíamos entrado en Polonia. El silbato de la locomotora tenía un sonido misterioso, como si enviara un grito de socorro en conmiseración del desdichado cargamento que iba destinado a la perdición. Entonces el tren hizo una maniobra, nos acercábamos sin duda a una estación principal.
Y, de pronto, un grito se escapó de los angustiados pasajeros: '¡Hay una señal, Auschwitz!' Su solo nombre evocaba todo lo que hay de horrible en el mundo: cámaras de gas, hornos crematorios, matanzas indiscriminadas. El tren avanzaba muy despacio, se diría que estaba indeciso, como si quisiera evitar a sus pasajeros, cuanto fuera posible, la atroz constatación: ¡Auschwitz! A medida que iba amaneciendo se hacían visibles los perfiles de un inmenso campo: la larga extensión de la cerca de varias hileras de alambrada espinosa; las torres de observación; los focos y las interminables columnas de harapientas figuras humanas, pardas a la luz grisácea del amanecer, arrastrándose por los desolados campos hacia un destino desconocido. Se oían voces aisladas y silbatos de mando, pero no sabíamos lo que querían decir. Mi imaginación me llevaba a ver horcas con gente colgando de ellas. Me estremecí de horror, pero no andaba muy desencaminado, ya que paso a paso nos fuimos acostumbrando a un horror inmenso y terrible” 6
(Fragmento de “El hombre en busca de sentido”, Víktor Emil Frankl).
 
Medicina en la pintura

“El suicidio”, de Édouard Manet
Isabel Cristina Rueda Calle Comunicadora Corporativa - elpulso@elhospital.org.co
Édouard Manet nació en Francia en 1832 y fue reconocido por sus pinturas impresionistas, donde aparecían principalmente personas de la vida cotidiana, personajes reales, a diferencia de otro autor con el que es confundido por la similaridad de su apellido, porque también fue impresionista, fue de la misma época y del mismo país: Claude Monet.
En las obras de Claude Monet uno de sus temas principales es el paisajismo y no se ven casi nunca seres humanos, a diferencia de la obra de Édouard Manet. Por ello Monet prefería el aire libre para pintar, mientras Manet prefería estar en su estudio o en interiores.
Manet pintó su obra “El suicidio” entre 1877 y 1881, a sus 45 años. Vemos a un hombre tendido en la cama, que al parecer acaba de dispararse; en su mano derecha aún tiene la pistola cómplice del acto. Con pocas pinceladas, se muestra el rostro del protagonista; sus ojos y labios permanecen abiertos, lo que parece indicar que su momento final fue o está siendo muy consciente, es un gesto de una persona que jadea por su último aire.

Su dolor final está representado por la contorsión de su cuerpo, mientras la figura enmarcada en la pared mira la escena, como cualquiera de nosotros, que no podemos hacer nada.
Sin ser escandaloso, Manet muestra un poco de sangre en la camisa y el piso. Médicos forenses que revisaron este cuadro, indican que si el disparo fue donde se ve la mancha en su camisa, pudo tratarse del hígado, lo cual causaría una muerte lenta y dolorosa, que probablemente hubiera hecho pedir a la víctima ayuda en algún momento de su padecer. Adicionalmente, alegan que pudo haber sido un asesinato, ya que no se ve en la imagen los rastros de pólvora que dejaría un disparo cercano ni hay una nota visible en la habitación, mensaje que suelen dejar muchas personas en un acto suicida.
En esta obra, el pintor está lejos de querer ser realista en detalle; sus pinceladas arrojan apenas pistas de la oscuridad de la habitación, de una posible ventana o entrada de luz a la derecha, pero más que todo, da pistas de un acto posiblemente desesperado, resultado de un drama personal o una enfermedad mental como la depresión.
Manet con esta obra deja de pintar los cuadros acostumbrados hasta entonces, en los que se veía el suicidio desde una narrativa romántica o heroica 6
Referencias:
- Sobre Édouard Manet
https://en.wikipedia.org/wiki/%C3%89douard_Manet
- Sobre Claude Monet
https://es.wikipedia.org/wiki/Claude_Monet
- Descripción de la obra:
www.manet.org/le-suicide.jsp
https://en.wikipedia.org/wiki/Le_Suicid%C3%A9
http://ultima-carta.com/2012/05/03/manet/
- Impresionismo:
https://es.wikipedia.org/wiki/Impresi%C3%B3n,_sol_naciente
https://bitlesson.wordpress.com/2008/01/31/the-difference-between-monet-and-manet/

 



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