DELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 15    No. 191  AGOSTO AÑO 2014    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

 

Jorge Luis Borges: el hilo del Minotauro
Hernando Guzmán Paniagua Periodista - elpulso@elhospital.org.co
“No habrá nunca una puerta. Estás adentro / y el alcázar abarca el universo / y no tiene anverso ni reverso / ni externo muro ni secreto centro”, dice Jorge Luis Borges en el poema “Laberinto”. “En Borges uno se puede perder y ser devorado por ese monstruo del laberinto simbólico, pero a la vez encontrar el hilo de Ariadna para salir”, señala Mauricio Taborda, filósofo y profesor de Humanidades de la Universidad CES en Medellín. En “El laberinto”, expresa el poeta: “Zeus no podría desatar las redes / de piedra que me cercan. He olvidado / los hombres que antes fui; sigo el odiado / camino de monótonas paredes / que es mi destino...”. En un reportaje le preguntan -“¿Por qué escribe usted?” y responde: - “Escribo porque para mí no hay otro destino”.
Eterno soñador de sueños, de sombras y de espejos, de otros yo, de recuerdos y cuchillos orilleros, historiador de hechos que fueron o no fueron, vivió su vida y muchas otras, habitó el mundo y muchos mundos, pero su universo estaba en una biblioteca.
En conversatorio en el Hospital Universitario San Vicente Fundación el pasado 20 de junio, el profesor Taborda exaltó su mundo intelectual: “La biblioteca de su padre lo marcó. 'Si tuviera que señalar el éxito capital de mi vida -dice Borges en su autobiografía- diría: la biblioteca de mi padre. De hecho, creo no haber salido nunca de esa biblioteca'. Muchos no se lo perdonaron; Hemingway decía que Borges era un 'engendro de biblioteca', literatura sobre la literatura, que no habló de la vida. ¿Quien dijo que vivir en una biblioteca no es también vivir? Es famosa su sentencia al quedar ciego en 1955, herencia paterna: 'Todo lo que me ha pasado en la vida lo había vivido antes en los libros'.
Sobre la escritura de Borges se pueden hacer muchos juicios de valor, pero el único juicio unánime es que fue un gran lector. Lo 'perjudicó' felizmente la lectura, igual que al joven Tomás Carrasquilla, de acuerdo con un informe de calificaciones del entonces alumno de bachillerato, firmado por el rector del Liceo de la Universidad de Antioquia, José María Gómez Ángel en 1874: 'Gramática castellana, regular; composición en Castellano: muy atrasado; Francés: regular; composición en Francés: regular; Inglés, composición en Inglés, Latín, Geografía, Historia: satisfactorio.
“Si tuviera que señalar el éxito capital
de mi vida diría: la biblioteca de mi padre.
De hecho, creo no haber salido nunca de esa biblioteca...
Todo lo que me ha pasado en la vida lo había
vivido antes en los libros”.
Jorge Luis Borges
Química, Metalurgia, Geología, Religión: satisfactorio. Conducta: bien'. Nota marginal: 'La lectura constante de novelas perjudicó mucho a este alumno'”. Lo mismo ocurrió al joven 'Georgie' (así lo llamaban en casa), eterno prisionero de su laberinto de palabras.
Y anota el catedrático: “Platón en 'Fedro' lamenta que los estudiantes se dediquen tanto a escribir y no a la anamnesis. Para él, la escritura, como prótesis de la memoria, termina atrofiando la facultad fundamental de recordar, conocer es recordar. El cuento de Borges 'Funes el memorioso' es autobiográfico por reivindicar la memoria, no por lo que le atribuye a su personaje, incapaz de pensar, pues el pensamiento requiere abstracción, la abstracción consiste en olvidar algunos detalles y Borges es una memoria insoportablemente lúcida”.
Para su autor, este cuento es “una larga metáfora del insomnio”. El uruguayo Ireneo Funes, de 19 años, sufre de hipermnesia, síntoma del síndrome del sabio. En un accidente pierde el conocimiento y, al recobrarlo, empieza a recordar todo con precisión prodigiosa pero desesperante, porque le es imposible olvidar: “Sabía las formas de las nubes australes del amanecer del 30 de abril de 1882 y podía compararlas en el recuerdo con las vetas de un libro en pasta española que sólo había mirado una vez y con las líneas de la espuma que un remo levantó en el Río Negro. (…) Funes no sólo recordaba cada hoja de cada árbol de cada monte, sino cada una de las veces que la había percibido o imaginado. (…) Pensó que en la hora de la muerte no habría acabado aún de clasificar todos los recuerdos de la niñez”.
“La división entre ficción y
realidad esporosa para Borges, en él están
radicalmente el 'realismo mágico' de García Márquez
o'lo real maravilloso' de Alejo Carpentier, como
en sus citas textuales de obras inexistentes”.
Mauricio Taborda
Neoplatónico o no, el neurocientífico argentino Rodrigo Quian Quiroga en su libro “Borges y la memoria”, analiza en “Funes el memorioso” la relación entre memoria y conocimiento. En el prólogo, María Kodama, esposa y lazarillo de Borges, postula: “Para Quian Quiroga, el actual mundo cibernético en el cual los seres humanos viven inmersos, en ocasiones es similar al cerebro de Funes, abarrotado de información que no puede procesar”.
Borges: literatura y vida
En contra del formalismo ruso que disocia a la obra de su autor, Taborda defiende la unidad de vida y obra en Borges: dice con el filósofo francés Pierre Hadot (1922-2010), que toda obra a su modo es auto-biográfica, la división entre ficción y realidad es porosa para Borges, en él están radicalmente el “realismo mágico” de García Márquez o “lo real maravilloso” de Alejo Carpentier, como en sus citas textuales de obras inexistentes. En los anales de autores nuevos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, no existe un tal “Pierre Menard, autor de El Quijote”, supuesto escritor que puso Borges a reescribir la obra de Cervantes. El maestro escribió “Prólogos con un prólogo de prólogos”, para una editorial que le pidió una selección de cien libros claves en la historia de la literatura, con un prólogo a cada una. Borges soñó con hacer un prólogo a libros inexistentes, indica el profesor Taborda. El bisabuelo de Georgie, Isidoro Suárez, comandante de caballería en el ejército de Bolívar, participó en la batalla de Junín; su abuelo, el coronel Francisco Borges, combatió al tirano Rosas y defendió las fronteras asoladas por los indios. Este ancestro militar -señala el catedrático- le generó una eterna tensión a quien termina fatalmente como un hombre de letras.
 
“Soy ciego y nada sé”
“Soy ciego y nada sé; pero preveo / que son más los caminos. Cada cosa / es infinitas cosas. Eres música, / firmamentos, palacios, ríos ángeles, / rosa profunda, ilimitada, íntima, / que el Señor mostrará a mis ojos muertos”. Borges en “The unending rose”
“En todo hombre, todo lo que le ocurre es un instrumento, todas las cosas le han sido dadas para un fin. Y esto tiene que ser más fuerte en el caso de un artista; todo lo que le pasa, incluso las humillaciones, bochornos, desventuras, le ha sido dado como arcilla, como material para su arte, y tiene que aprovechar todo eso. (…) Para que hagamos de las miserables circunstancias de nuestras vidas, cosas eternas…”.
Jorge Luis Borges
“Soy ciego y nada sé; pero preveo / que son más los caminos. Cada cosa / es infinitas cosas. Eres música, / firmamentos, palacios, ríos ángeles, / rosa profunda, ilimitada, íntima, / que el Señor mostrará a mis ojos muertos” (“The unending rose”). Borges es, con Homero, el hombre que más provecho sacó de su infortunio visual.
Indica el filósofo Mauricio Taborda: “Nombrado director de la biblioteca de Buenos Aires escribió el 'Poema de los dones', que empieza con este cuarteto: “Nadie rebaje a lágrima o reproche / esta declaración de la maestría / de Dios, que con magnífica ironía / me dio a la vez los libros y la noche” (…) “Lento en mi sombra, la penumbra hueca / exploro / con el báculo indeciso. / Yo, que me figuraba el paraíso / bajo la especie de una biblioteca”.
Agrega el profesor Taborda: “Ciego, decide estudiar Anglosajón antiguo (¿No era más fácil estudiar Braille?). Alberto Mangel cuenta en su 'Historia de la lectura' la experiencia como lector de textos para Borges y dice que éste no fue profesor de literatura inglesa, sino de amor por la literatura, así fuese para algunos alumnos un mal profesor, como si ser docente fuera atemorizar con las notas, demostrar como un pavo real todo lo que yo sé y la ignorancia del otro. Excelente maestro, todos ganaban, quien perdía era por no asistir, pues no existía; no hacía exámenes, prescindía de nombres, fechas y corrientes literarias; para él, decir 'lectura obligatoria' era una contradicción. Y sentía la ceguera como un don, que le trajo más beneficio que daño. Se refugió en la poesía, por su carácter musical y por permitirle memorizar”.
En una conferencia del ciclo “Siete noches”, en el teatro Coliseo de Buenos Aires, el maestro habló de la ceguera: “En todo hombre, todo lo que le ocurre es un instrumento, todas las cosas le han sido dadas para un fin. Y esto tiene que ser más fuerte en el caso de un artista; todo lo que le pasa, incluso las humillaciones, los bochornos, las desventuras, le ha sido dado como arcilla, como material para su arte, y tiene que aprovechar todo eso. (…) Para que hagamos de las miserables circunstancias de nuestras vidas, cosas eternas…”.
La ceguera le dio a Borges el Anglosajón, la literatura medieval que había ignorado, y “también el haber escrito muchos libros, buenos o malos” El poeta argentino citó a Goethe: “Todo lo cercano se aleja' Y creo que lo escribió refiriéndose al crepúsculo de la tarde. Es verdad, al atardecer las cosas más cercanas se alejan de nuestros ojos, así como el mundo visible se ha alejado de mis ojos y ya definitivamente. Pero también puede referirse no sólo al crepúsculo de la tarde, también a la vida, todas las cosas van dejándonos, la vejez viene a ser la suprema soledad…”.
Concluye el catedrático antioqueño Mauricio Taborda: “Para Borges la literatura no riñe con la vida, antes la atraviesa. En el fondo de su obra uno puede encontrar las claves para descifrar el laberinto paradójico de lo humano”.
 
 

“¿Dónde estará mi vida, la que
pudo haber sido y no fue...?”: Borges
Jorge Luis Borges es el gran maestro de la ficción en América, pero su obra está fatalmente impregnada de vida y de historia. No son meras letras sobre las letras ni él fue tan derechista como dicen sus críticos. Como Cervantes, Poe, Lovecraft, García Márquez y otros, fue víctima de los “realistas” y extremistas a ultranza, más papistas que el Papa, más idealistas que Platón y tan totalitarios como Hitler.
Borges resiste un paralelo múltiple con Cervantes. Los relatos de hechos fantásticos en Don Quijote (la Cueva de Montesinos, clavileño, el busto parlante, el encantamiento del Hidalgo) son vehículos literarios para afirmar el imperio de la razón y satirizar el universo mágico de las letras que le precedían. Cervantes recrea el devenir de la España medieval y renacentista, la Inquisición, la picaresca, la truhanería, la historia de la medicina, las penalidades de la guerra con los turcos y la cárcel, vividas en carne propia.
Borges las vivió en sus ancestros guerreros, pero también hubo de refugiarse de la Guerra Mundial en Suiza con su familia. La tensión que vivió entre el ancestro militar y su vocación letrada bien la puede ilustrar el discurso de Don Quijote sobre las armas y las letras, en el cual remarca la ayuda mutua que ambas se prodigan históricamente. Cervantes sacó tanto partido de su brazo, inutilizado por una bala de arcabuz, como Borges de su ceguera en intensos estudios, poemas, cuentos y ensayos.
Con Howard Philip Lovecraft, tiene Borges gran semejanza: el uno, acusado por algunos de extraterrestre y misántropo, es “sumo pontífice de lo sobrenatural” y “poeta de los universos paralelos”, creador de religiones iniciáticas, de códices ocultistas y diabólicos como el “Necronomicón”, de seres extraños, pero ante todo de visiones aterradoras del lado oscuro de la mente humana. Borges hace lo propio en sitios, personajes y sucesos fantásticos, en cuentos y poemas llenos de sombras, espejos, reflejos de la historia, de la vida cotidiana y de los personajes de Argentina y del mundo. En Lovecraft traducen el ambiente fantasmagórico, oscurantista y represivo de su Nueva Inglaterra. En uno y otro, nada es mero producto espontáneo de la mente.
Borges y Edgar Allan Poe llegan a metas parecidas por caminos diferentes. La aventura vital de Poe combinó una vida literaria y periodística intensas, con una épica plena de tragedia. Los enconados detractores de Borges nunca se han detenido a examinar las penalidades familiares de Borges ni su trágica ceguera.
El mismo halo poético cubre los relatos fantásticos de Borges y Poe. Nada en Borges escapa a la poesía, en Poe lo poético inunda hasta las más macabras descripciones. Nunca se había relatado un viaje al infierno tan poéticamente como en “Silencio”, excepto en “La Divina Comedia”. Ligeia, Berenice y demás heroínas de terror son verdaderas musas. De Poe, dice Borges: “Como del otro lado del espejo / se entregó solitario a su complejo / destino de inventor de pesadillas. / Quizá, del otro lado de la muerte, / siga erigiendo solitario y fuerte / espléndidas y atroces maravillas”.
“Un solo hombre ha muerto…”
El maestro argentino comparte con García Márquez la estirpe militar. En el caso de Gabo se asocia a la Guerra de los Mil Días; ambos conjugan sus recuerdos con la vida intensa en los libros, ambos son creadores de geografías ficticias. Gabo parte de la realidad vivida o contada por sus familiares y de la historia, para crear ricos mundos de ficción. Para él, Colombia y el Caribe son prodigiosos en sí mismos, y sólo requieren quién sepa contar sus milagros.
Fiel a su riquísima imaginación, aplicado a su filigrana de ficciones, pero aferrado a su ciudad, a su historia, a sus amigos y al mundo del cual fue ciudadano, Jorge Luis Borges habló de todo lo real y sensible, pero con un lenguaje distinto. Su patria trasciende las fronteras de Argentina y del mundo: “Patria, yo te he sentido en los ruinosos / ocasos de los vastos arrabales. / Y en esa flor de cardo que el pampero / trae al zaguán y en la paciente lluvia / y en las lentas costumbres de los astros / y en la mano que templa una guitarra / y en la gravitación de la llanura…” (“Oda compuesta en 1960”).
Borges dibujó la guerra como un ajedrez donde son tan manipuladas las fichas como los jugadores, cantó a “Los compadritos muertos”, a Martín Fierro, al bisonte, al leopardo, a la pantera, al gato y al coyote, al cielo y al infierno, a Inglaterra, a Israel, a España, a Francia, al mar, a Brahms, a Emerson, a Blake, a “La fundación mítica de Buenos Aires”, a Heráclito, a Adán y a “Cristo en la cruz”; aquí expresa: “…Piensa en el reino que talvez lo espera, / piensa en una mujer que no fue suya. / No le está dado ver la teología, / la indescifrable Trinidad, los gnósticos, / las catedrales, la navaja de Occam, / la púrpura, la mitra, la liturgia, / la conversión de Guthrum por la espada, / la Inquisición, la sangre de los mártires, / las atroces Cruzadas, Juana de Arco, / el Vaticano que bendice ejércitos…”.
Argentino como el que más, no “chileno” como dijo Bono, el cantante de “U2” en Méjico en 2005, al repetir el común error de atribuirle el poema “Instantes” de la norteamericana Nadine Stair (“Si pudiera vivir nuevamente mi vida, / en la próxima, trataría de cometer más errores”), Borges señala como gran pasión de los argentinos, no el fútbol ni el tango, sino la amistad. En el conversatorio “El hilo del Minotauro” en el Hospital Universitario de San Vicente Fundación el pasado 20 de junio, el filósofo y profesor Mauricio Taborda, expresó: “En política, si pudiéramos ubicarlo en ismos, Borges sería un anarquista spenceriano, cree en una sociedad en la cual no sea necesario el gobierno. Al dar la mano a los dictadores Pinochet de Chile y Videla de Argentina, mutatis mutandi, le pasó lo que en Colombia algunos le atribuyen a William Ospina (escritor). Yo creo que Borges era muy ignorante en asuntos políticos y pudo retractarse de su actitud en entrevista con María Esther Vásquez”. Basta señalar que en sus momentos de mejor lucidez, Borges brilló por anti-autoritario; en un banquete que le ofrecieron, sentenció: “Las dictaduras fomentan la opresión, las dictaduras fomentan el servilismo, las dictaduras fomentan la crueldad; más abominable es el hecho de que fomenten la idiotez”.
En Jorge Luis Borges, vida y obra son testimonio perenne de la constante preocupación por el hombre: “Un solo hombre ha nacido, un solo hombre ha muerto en la tierra”, y es prueba de la más desaforada pasión intelectual. Sírvanos como final y corolario: “¡Ah, si aquel otro despertar, la muerte, / me deparara un tiempo sin memoria / de mi nombre y de todo lo que he sido! / ¡Ah, si en esa mañana hubiera olvido!” .
 
Ocioso Lector

Mis libros

Jorge Luis Borges
Mis libros (que no saben que yo existo)
son tan parte de mi como este rostro
de sienes grises y de grises ojos
que vanamente busco en los cristales
y que recorro con la mano cóncava.

No sin alguna lógica amargura
pienso que las palabras esenciales
que me expresen están en esas hojas
que no saben quién soy, no en las que he escrito.

Mejor así. Las voces de los muertos
me dirán para siempre.

 



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