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Doctor Hernán Urbina
Joiro:
entre el quirófano, la pluma
y el vallenato
Hernando
Guzmán Paniagua Periodista - elpulso@elhospital.org.co
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Hay
muchísimos médicos músicos y escritores,
pero para ser gran internista, reumatólogo, investigador
en varios campos de la medicina, escritor y ensayista connotado
y compositor exitoso de música vallenata, hay que llamarse
Hernán Urbina Joiro. A sus 46 años de edad logró
la mejor investigación histórica sobre la India
Catalina, una de las mejores sobre la música vallenata,
varias en el campo médico -ganadoras de premios nacionales
e internacionales- y no pocos trofeos como compositor vallenato.
Hernán Alfonso Urbina Joiro nació en 1965 en Valledupar.
En 1989 se graduó de médico en la Universidad
del Rosario, la cual en 1986 lo distinguió por el ensayo
"Medicina: Historia, esperanza y sociedad". |
En 1992 ganó
el Premio Nacional de Medicina Merck Sharp & Dohme por la
mejor investigación del XII Congreso Nacional de Medicina
Interna, y en 1993 el Premio Nacional de Medicina Synthesis-Asociación
Colombiana de Medicina Interna al mejor proyecto colombiano
de investigación. En 1994 obtuvo el grado de Internista
en el Hospital Militar de Bogotá y en 1996 el de Reumatólogo
en el Instituto Nacional Salvador Zubirán de la Universidad
Nacional Autónoma de Méjico.
Su trayectoria en la medicina ha sido una militancia en el ideal
humanista. Atento al loco devenir de nuestra seguridad social,
produjo un ensayo sobre La mala salud de la salud colombiana,
en el cual cita estas consideraciones proféticas: Fue
Michel Foucault en su Vida de hombres infames quien señaló
que desde el siglo XVIII la medicina empezó a jugar un
papel decisivo para vigilar y gobernar a los pueblos, poniendo
con ello de presente el temible poder que asumían las
directivas de la sanidad en un país. (
) Estas nuevas
atribuciones a la comunidad médica europea en el siglo
XVIII que comentaba Foucault, eran impensables en tiempos en
que entre los médicos primaba el alivio de los enfermos
y no tanto el alivio de las economías de las ciudades
o los Estados. (
) Hoy cuando se confirma lo que autoridades
como la Academia Nacional de Medicina de Colombia venían
denunciando desde el momento mismo de la implantación
de la Ley 100 de 1993 que rige la salud de los colombianos,
aquel denuncio de que las empresas comercializadoras de la salud
en verdad constituirían un nefasto sistema médico-financiero
que no se andaría con lágrimas a la hora de hablar
de dinero, es triste constatar que, a más de atentar
contra la vida de los enfermos, a quienes le restan criminalmente
recursos para la atención médica en lugar de facilitarlos,
este sistema ha denigrado en grado costoso de reparar el buen
nombre de los profesionales de la salud
.
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Atento al loco
devenir de nuestra
seguridad social, Urbina escribió el ensayo
La mala salud de la salud colombiana,
en el cual cita consideraciones proféticas.
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El doctor Urbina
fue elegido en 2009 como miembro de la Academia de Medicina
de Cartagena. Allí expresó su visión del
médico humanista, al presentar al doctor Juan Mendoza
Vega como nuevo académico. De él dijo que pertenece
a los
grandes médicos que, al tiempo eran
grandes artistas, y nos indicó que la medicina misma
debía ser un arte; en ese mismo instante ya supe, y para
siempre, cuáles eran las coordenadas que me tocaba recorrer
en este mundo y supe además que para lograrlo no debía
desechar nada de lo aprendido en el arte, sino más bien
integrarlo a todo lo que debía aprender en adelante en
la medicina.
Urbina y la historia patria
Para el escritor Oscar Collazos, la novela del doctor
Hernán Urbina Entre las huellas de la India Catalina
(2006), es un documento imprescindible de la historiografía
cartagenera. Le valió su ingreso a la Academia
de la Historia de Cartagena de Indias, de la cual es secretario.
El fallecido expresidente Alfonso López Michelsen elogió
el notable ensayo sobre la fundadora de la Ciudad Heroica y
primera secuestrada de nuestra historia, y señaló
que escritos como éste nos distraen de la dura
realidad, transportándonos mentalmente al reinado de
la imaginación y de la fantasía, tan grato como
ameno. Coinciden cronológicamente en el mismo amargo
escenario en que vivimos, dentro de un proceso tan estéril
como ha sido el de "desempantanar" el Acuerdo Humanitario
.
En el ensayo ¿Cuál Bicentenario?,
asevera Urbina: El 20 de julio de 1810 no se logró
la Independencia de Colombia; más bien iniciaron en firme
los combates. (
) La Independencia de Colombia
de España tomó muchos años y La Independencia
de los factores sociales y políticos que aún someten
y sacuden intestinamente a este país -que cree haber
festejado su Independencia absoluta el pasado 20 de julio- tomará
mucho más tiempo, cuando sus nacionales defiendan, en
verdad, a una sola voz, su país y no sólo a los
sueños e interés particulares.
Las mismas intuiciones de Orwell, de Huxley y de Rodolfo Llinás
sobre el doble filo de las armas informáticas y tecnológicas,
las tiene Hernán Urbina en ensayos como Ese rostro
de la libertad llamado internet, donde a la vez que exalta
el auxilio que presta esta herramienta a la solidaridad humana,
expresa: La Internet, con sus redes sociales, su capacidad
para almacenar, organizar y distribuir cantidades inimaginables
de información, es precisamente eso, una herramienta,
aunque muchas veces se olvida que hacer juicios críticos
no es una cuestión que se pueda delegar a las máquinas
o las conexiones que permite Internet, que eso siempre será
responsabilidad del hombre, inventor y manipulador de la evolución
cultural. |
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Un lírico vallenato
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La obra Lírica vallenata
(2003) de Hernán Urbina, es un profundo ensayo sobre
la evolución armónica, melódica y poética
del género, con prefacio del Maestro Rafael Escalona,
quien señala: No me sorprendió la altísima
calidad de este ensayo, 'Lírica Vallenata', porque
sabía de quién provenía. Esto es lo mejor
que he leído sobre vallenato". Y de la misma opinión
era Alfonso López Michelsen, El pollo vallenato,
uno de los hombres más sabios en la materia, junto
con la sacrificada Cacica Consuelo Araújo.
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Además
de una exhaustiva investigación sobre el devenir poético
y musical del género, el doctor Urbina aportó
bases para un entendimiento entre los defensores a ultranza
del vallenato auténtico y tradicional, y los apóstoles
de las nuevas expresiones del vallenato romántico -sean
o no comerciales-.
En una conversación con el escritor William Ospina, el
médico señalaba: No hay que ser académico
para notar que no dicen lo mismo, en sus músicas y letras,
los temas Fantasía y La cachucha bacana, aludiendo
a la canción popularizada por Diomedes Díaz y
a la bella letra del negro Alejo Durán, respectivamente,
pero salió por la calle del medio en la eterna polémica,
al conceptuar: Con el Maestro Francisco Zumaqué
nos hemos divertido con la historia de que los músicos
no advierten en sus guacharacas y sus cajas el paso desde el
sabroso tema La creciente del Cesar de Escalona a la obra lírica
'Lloraré' de Gustavo Gutiérrez. (
) Cualquier
intento por detener la creatividad ha sido y será inútil,
porque se trataría de imponer al artista el modo en que
debe acometer su imaginación, su emotividad. |
Urbina escribe canciones desde los 11 años y a los
12 años de edad ganó el Festival de Compositores
de San Juan del Cesar. En los 70, 80 y 90, fue triunfador
de los principales concursos de canción inédita
vallenata. Y en el siglo XXI le han rendido homenajes nacionales
por su trayectoria.
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Lo irónico es que estos supuestos tradicionalistas aceptarían
clonar a todo el mundo para que sólo se cante como hace
cuarenta años.
Las cosas con Urbina Joiro son diciendo y haciendo: en 1977
ganó el Festival de Compositores Vallenatos, como aficionado,
y en 1988 el Festival de Compositores con "Aquí
están tus canciones", como profesional. "Como
te quiero" fue elegida por la crítica radial como
el vallenato de 1987. En 1989 fue elegido Compositor vallenato
del año. "Tú eres la reina", en
la voz de Diomedes Díaz, ganó como Canción
más popular 1993 y su merengue "Por qué
no hablamos", fue el himno de la "Cumbre Mundial de
Paz" 2006. Como reconocimiento a su trabajo teórico
e investigativo, los festivales Cuna de acordeones
(Villanueva) y de La Calaguala (Urumita), oficializaron
el paseo lírico como quinto aire vallenato,
propuesto por el intelectual costeño.
Urbina tiene más de 80 composiciones grabadas a la fecha,
la mayoría por los mejores intérpretes de este
género musical (Diomedes Díaz, Hermanos Zuleta,
Jorge Oñate, Binomio de Oro, Los Betos, Iván Villazón,
Jorge Celedón y Silvestre Dangond, entre otros). Sus
canciones son distinguidas en los festivales por instituciones
culturales y por la crítica. |
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Radiografía del mundo
en Urbina Joiro
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| La labor del
médico Hernán Urbina Joiro en las letras, en periódicos
y revistas nacionales y extranjeras, entre ellos El Tiempo,
El Heraldo, El Universal, El Diario Vallenato, Vanguardia Liberal,
El Pilón, El Meridiano de Córdoba, Granma de Cuba,
y las revistas Romanceros y Reumatismo, fundadas y dirigidas
por él, son su testimonio de radiógrafo de la
realidad colombiana y mundial, su pluma es el instrumento de
las imágenes diagnósticas.
Fruto de ello son juiciosos ensayos sobre muy diversos tópicos,
que en lenguaje sencillo traducen las preocupaciones y dolores
del hombre de la calle. Varios aluden a la problemática
ecológica;
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para él,
las
palabras humanus y homos tienen la raíz común
humus, que significa tierra, y en Aguas para vivir,
aguas para morir, sentencia: Con el clima errabundo
que hemos forjado -más el desdén frente a los
planes de infraestructura posibles y necesarios-, no se tiene
en la práctica mayor control sobre la mayoría
de esas aguas que hoy buscan afanosamente, como 'agua para vivir',
7.000 millones de habitantes y que en cualquier momento puede
tornarse en 'agua para morir' para cualquiera de esos mismos
7.000 millones de hombres, mujeres y niños por el diluviar
o por las sequías.
Palabras estremecedoras son las del ensayo De la pérdida,
con el insinuante subtítulo: Todos sobrellevamos
un «11 de septiembre». Allí dice: El
11 de septiembre de 2001 el mundo perdió lo que le restaba
de inocencia al comprender que los EE.UU. ya no sería
nuestro guardián invencible contra todo peligro. Pero
se perdieron muchísimas más cuestiones determinantes.
Lo deseable sería salir, de una vez por todas, de esa
onda explosiva inacabable de los estallidos de 2001. Pero no
será un asunto sencillo de superar ese estrés
postraumático que todos, en grado diverso, aún
sobrellevamos desde entonces, y que hace trepidar a la economía
y a todos los componentes básicos de la sociedad contemporánea.
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El enigma del arte nos define como
sereshumanos, que encontramos en él
algoque siempre nos abarca y nos alivia.
Si algún día llegáramos a conocer,
en verdad, cómo surge el arte y cómo
funciona, ese día tal vez ya no seríamos
del todo seres humanos.
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Hernán Urbina Joiro
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Ese ensayo habla
también de su regreso nostálgico a paisajes anclados
en el recuerdo, de Valledupar y San Juan del Cesar, adonde lo
llevaron sus padres en 1966, cuando tenía un año
de edad, episodio paralelo al retorno de García Márquez
a la desolada Aracataca, origen del mítico Macondo: Hace
un tiempo sufrí hasta el llanto cuando no encontré
al viejo Hospital Rosario Pumarejo de López, donde nací,
ni mi casa en Novalito donde pasé mis primeros años
de vida en Valledupar: ya no estaban, habían sido radicalmente
reformadas, ya eran otras construcciones, no me atreví
a tomar ninguna fotografía. (
) Hace pocos días
no pude contener el llanto al ver la finca de mi infancia, aquella
de regadíos artificiales, pastizales frescos y ganado
retozón, aquella que parecía un jardín
diseñado para un niño y en donde empecé
mi diálogo poético con la naturaleza
.
El médico humanista, el artista vallenato festivo y enamorado
es, sobre todo, el colombiano de su tiempo y el ciudadano de
su mundo que expresa realidades tan lacerantes como la crisis
económica global. En Temiendo a los Idus de agosto,
dice: Los Idus eran fechas de buena suerte y se asignaron
al día 13 de los meses de enero, febrero, abril, junio,
agosto, septiembre, noviembre y diciembre, y al día 15
de marzo, mayo, julio y octubre. Tras el asesinato de Julio
César, en pleno Idus de marzo del año 44 a.C.,
los Idus dejaron de ser augurio de cosas buenas. El pasado 13
de agosto de 2011 fue noticia la histeria de los banqueros de
Wall Street que ya no tenían dudas de que la crisis económica
asolaba a todo el sistema financiero mundial, con riesgo de
un desplome mayor al de 1929. Triste cuestión ésta,
que ocurre en momentos en que en el planeta hay más dinero
que nunca antes en la historia, pero con más pobres como
no hubo jamás: es decir, se vive el momento de mayor
iniquidad de todos los tiempos y que arrasará con los
más débiles y seguirá enriqueciendo a los
más fuertes.
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Escritos más
recientes
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| Humanidad ahora"
es el nuevo ensayo extenso (350 páginas) de Urbina y
que se editará en 2012; en el libro, este pensador contemporáneo
aborda las preguntas más inquietantes de la actual humanidad.
A principios de noviembre finalizó la revisión
de los textos finales. Y tras 5 años de nuevas investigaciones
en América y España, con la colaboración
de un grupo de paleógrafas de Sevilla (España),
Urbina concluyó la etapa de investigación para
actualizar y aumentar considerablemente su anterior libro Entre
las huellas de la India Catalina. En adelante, Urbina
Joiro se concentrará en la escritura de esta nueva edición.
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Ocioso lector
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La niña de los fósforos |
| Hans Christian
Andersen
¡Qué frío tan atroz! Caía la
nieve, y la noche se venía encima. En medio del frío
y la oscuridad, una pobre niña pasó por la calle
con la cabeza y los pies desnuditos
La niña llevaba en el delantal, que era muy viejo, algunas
docenas de cajas de fósforos. Era muy mal día:
ningún comprador se presentó, y la niña
no había ganado ni un céntimo. Tenía mucha
hambre, mucho frío y mísero aspecto. ¡Pobre
niña! Veía bullir las luces a través de
las ventanas; se percibía el olor de los asados. Era
Nochebuena, y en esta festividad pensaba la infeliz niña.
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Se sentó y
acurrucó en un rincón entre dos casas. El frío
se apoderaba de ella y entumecía sus miembros, pero no
se atrevía a presentarse en su casa; volvía con
todos los fósforos y sin una moneda. Su madrastra la
maltrataría, y, además, en su casa hacía
también mucho frío... Sus manecitas estaban casi
yertas de frío. ¡Ah! ¡Cuánto placer
le causaría calentarse con una cerillita! ¡Si se
atreviera a sacar una de la caja y a calentarse los dedos! Sacó
una. ¡Rich! ¡Cómo alumbraba y cómo
ardía! Despedía una llama clara y caliente como
la de una velita. ¡Qué luz tan hermosa! Creía
la niña que estaba sentada en una gran chimenea de hierro
adornada... ¡Ardía el fuego allí de un modo
tan hermoso! ¡Calentaba tan bien!
Pero todo acaba en el mundo. La niña extendió
sus piececillos para calentarlos también; más
la llama se apagó: ya no le quedaba en la mano más
que un pedacito de cerilla. Frotó otra, que brilló
como la primera; y allí donde la luz cayó sobre
la pared, se hizo tan transparente como gasa. La niña
creyó ver una habitación en que la mesa estaba
cubierta por un blanco mantel resplandeciente, y sobre el cual
un pavo asado y relleno de trufas exhalaba un perfume delicioso.
¡Oh felicidad! De pronto tuvo la ilusión de que
el ave saltaba de su plato sobre el pavimento con el tenedor
y cuchillo clavados en la pechuga, y rodaba hasta llegar a sus
piececitos. Pero la segunda cerilla se apagó, y no vio
ante sí más que la pared impenetrable y fría.
Encendió otro fósforo. Creyó entonces verse
sentada cerca a un magnífico nacimiento: mil luces ardían
en los arbolillos; pastores y zagalas parecían moverse
y sonreír a la niña. Ésta, embelesada,
levantó las manos, y el fósforo se apagó.
Las luces del nacimiento se elevaron, y comprendió que
no eran más que estrellas. Una de ellas pasó trazando
una línea de fuego en el cielo.
-Esto quiere decir que alguien ha muerto- pensó la niña;
porque su abuelita, que era la única que había
sido buena para ella, pero que ya no existía, le había
dicho muchas veces: "Cuando cae una estrella, es que un
alma sube hasta el trono de Dios".
Todavía frotó la niña otro fósforo
en la pared, y creyó ver una gran luz, en medio de la
cual estaba su abuela en pie y con un aspecto sublime y radiante.
-¡Abuelita!- gritó la niña-. ¡Llévame
contigo! ¡Cuando se apague el fósforo, sé
muy bien que ya no te veré más! ¡Desaparecerás
como la chimenea de hierro, como el ave asada y como el hermoso
nacimiento!
Después se atrevió a frotar el resto de la caja,
porque quería conservar la ilusión de que veía
a su abuelita, y los fósforos esparcieron una claridad
vivísima. Nunca la abuela le había parecido tan
grande ni tan hermosa. Cogió a la niña bajo el
brazo, y las dos se elevaron en medio de la luz hasta un sitio
tan elevado, que allí no hacía frío, ni
se sentía hambre, ni tristeza: hasta el trono de Dios.
Cuando llegó el nuevo día seguía sentada
la niña, con las mejillas rojas y la sonrisa en los labios.
¡Muerta, muerta de frío en la Nochebuena! El sol
iluminó a aquel tierno ser sentado allí con las
cajas de cerillas, de las cuales una había ardido por
completo.
-¡Ha querido calentarse la pobrecita!- dijo alguien.
Pero nadie pudo saber las hermosas cosas que había visto,
ni en medio de qué resplandor había entrado con
su anciana abuela en el reino de los cielos .
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