MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 287 AGOSTO DEL AÑO 2022 ISNN 0124-4388 elpulso@sanvicentefundacion.com icono facebook icono twitter icono twitter

La Duodécima conferencia ministerial de la Organización Mundial del Comercio: Multilateralismo para los ricos o para nadie

Por: Claudia Marcela Vargas. Francisco Rossi. Fundación IFARMA.
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Terminó en Ginebra la duodécima Conferencia Ministerial de la OMC (Ginebra. Suiza. 12 -17 de junio 2022), con anuncios rimbombantes de grandes logros y substanciales avances en asuntos de comercio internacional, que fueron materia de intensos debates como consecuencia de la brutal presión a la que fuera sometida la comunidad internacional con la pandemia de la COVID-19, y de manera especialmente dramática su institucionalidad; los organismos multilaterales.

Fuimos testigos de cómo la OMS fue arrinconada, chantajeada e insultada por el Presidente de los Estados Unidos, y vimos renunciar al Director general de la OMC en un gesto de dignidad ante similares afrentas. El secretario General de las Naciones Unidas llamó a la comunidad internacional para enfrentar la crisis global de la pandemia, con solidaridad y sentido de pertenencia a una especie amenazada, pero debió arrinconarse a observar cómo los principios de la democracia, la solidaridad, la fraternidad, la igualdad y el destino común, cedieron su lugar a la prepotencia, la arrogancia y el control de los medios de comunicación por los verdaderos dueños del mundo.

La nueva directora general de la OMC, empeñada en asegurar la supervivencia del organismo, se dedicó a componer arreglos, buscar acuerdos y negociar resoluciones, en un afán por no permitir la desaparición del comercio internacional. Y puso tanto empeño que lo consiguió, en la práctica, a “cualquier precio”.

Los anuncios a los medios y las notas en la página de la OMC son de un triunfalismo impresionante. El “paquete de Ginebra”.

“El conjunto de acuerdos que se han alcanzado marcará una diferencia en la vida de las personas en todo el mundo. Los resultados demuestran que la OMC es realmente capaz de responder a las emergencias de nuestro tiempo”, dijo la Directora General de la OMC Ngozi Okonjo-Iweala. “Muestran al mundo que los Miembros de la OMC pueden ponerse de acuerdo, a pesar de las fracturas geopolíticas, para tratar de resolver los problemas del patrimonio común y reforzar y revitalizar esta institución. Nos dan razones para confiar en que la cooperación estratégica podrá coexistir con una competencia de proporciones cada vez mayor”.

La Directora General Okonjo-Iweala dijo estar convencida de que “el comercio forma parte de la solución a las crisis de nuestro tiempo” y señaló que la OMC “puede y debe hacer más por ayudar al mundo a responder a la pandemia, hacer frente a los desafíos ambientales y promover una mayor inclusión socioeconómica”.

En contraste, voces alarmadas llegan desde muchos rincones del mundo, especialmente desde la academia (la independiente y no alineada) y las Organizaciones No Gubernamentales, que existen porque creen en esas ideas de democracia, igualdad, solidaridad y fraternidad, y no consideran que deban negociarse a nombre de la diplomacia, las buenas maneras o el lenguaje políticamente correcto.

A Juicio de las organizaciones que integran la red global por el acceso a los medicamentos, el arreglo sobre la propiedad intelectual en situaciones de emergencia, como la pandemia, no pudo ser peor. Con la idea de que cualquier arreglo es mejor que ninguno, lo conseguido es considerado como un paso atrás respecto de lo que ya existía antes de la emergencia. Recordemos que cuando aún no teníamos vacunas ni medicamentos y cuando lo único que podíamos hacer era encerrarnos y contar los muertos, África del Sur y la India, propusieron una medida de exoneración de derechos de propiedad intelectual para las tecnologías de la pandemia y durante el tiempo que esta durara. La propuesta, presentada en octubre del 2020, era de “extrema Urgencia”. La gran industria y los países ricos en donde tienen sus sedes, bloquearon, demoraron, enredaron y liquidaron la propuesta, y casi dos años después, siete millones de muertes después y con una distribución absurdamente inequitativa de las vacunas (Haití aún no llega al 10 %

de la población) nos informan que los países podrán hacer uso de las flexibilidades del acuerdo Adpic. De hecho con algunas restricciones para la exportación, ¡que no existían antes del glorioso “paquete de Ginebra”!

El Secretario General de la ONU, El Director de la OMS y la Directora de ONUSIDA, clamaron porque las vacunas fueran un bien público global. Porque las vacunas las desarrolláramos entre todos y para todos. Porque no repitiéramos el Apartheid que vivimos con la pandemia del SIDA, con las vacunas a finales del siglo pasado y al inicio de este siglo. Pero los dirigentes globales, los que se reúnen año tras año en Davos, Suiza, a decidir el futuro del mundo, prefirieron la figura del doctor Albert Bourla, CEO de Pfizer, que se ganó la lotería al anunciar de primero una vacuna (que no desarrolló Pfizer), que triplicó el valor de las acciones y multiplicó su fortuna personal en operaciones bursátiles.

Pero su secreto consiste en poder proteger con patentes y otras protecciones a la propiedad industrial, el único recurso que no podía ser escaso en una emergencia: las vacunas. La propiedad intelectual sirve, para eso, para generar una escasez (artificial, en la medida en que restringe la oferta potencial basada en la competencia) que permite vender caro, primero al que pague más, extorsionar a gobiernos con cláusulas exorbitantes y con compromisos de confidencialidad igualmente exorbitantes. Y lo que hemos dicho tantas veces y no nos cansaremos en repetir. Vacunas para enfermedades transmisibles son totalmente inútiles si no se consiguen coberturas superiores al 70 % de la población. Por lo tanto, no pueden ser escasas. Cualquier persona responsable de políticas públicas y de salud pública, tiene que oponerse a la escasez.

Pero algunos vieron en la pandemia el negocio del siglo. Toda crisis es una oportunidad, nos dijeron. Muy lamentable.

Pero eso no fue todo. Incluso creemos que hay cosas peores.

Por ejemplo, en agricultura. Desde hace años y varias conferencias ministeriales, hay un debate entre países ricos y pobres sobre la posibilidad de que los gobiernos subsidien a sus campesinos comprando sus cosechas dentro del país, aunque existan precios más bajos en el mercado global. Comprar maíz a los campesinos colombianos, en lugar de importarlo. Pues a pesar de que ya estamos en hambruna en muchos territorios, eso no fue posible. El gobierno que entra debe mirar con lupa como manejar la pertenencia del país a un orden económico internacional que no tiene reatos de conciencia viendo morir de hambre a sus semejantes con tal de proteger los intereses de los inversionistas en los grandes agro-negocios globales.

Nos falta dedicar un par de palabras a los métodos. La mayor parte de los organismos multilaterales toman decisiones por consenso. Pero para esta reunión ministerial, se recurrió al uso de las salas “verdes” que consisten en salones pequeños a los que son convocados solamente algunos países y en los que se llevan a cabo las negociaciones para ser luego sometidas a la “asamblea General”. Como era de esperarse, a esas salas estaban invitados los países ricos y algunos delegados de países en desarrollo. No sorprenden “pues“ los resultados.

La conclusión de la profesora Deborah James, Directora de International Programs at the Center for Economic and Policy Research (www.cepr.net) de Nueva York:

“Los acuerdos anunciados deben servir de advertencia para todas y todos: los gobiernos de los países ricos que profesan nuevos compromisos en pos del comercio sustentable centrado en las/os trabajadoras/es pueden igualmente presionar a favor e imponer sin resquemores resultados contrarios al desarrollo y respuestas cosméticas cuando se trata de proteger las ganancias de las grandes empresas por encima del interés público. Su versión de “reforma” de la OMC facilitará el deterioro adicional del multilateralismo y consolidará desacreditadas normas de la globalización favorables a los intereses empresariales”.


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