MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 284 MAYO DEL AÑO 2022 ISNN 0124-4388 elpulso@sanvicentefundacion.com icono facebook icono twitter icono twitter

En salud, planificar a largo plazo es la obligación

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Un objetivo fundamental de quienes dirigirán el país, en los próximos años, debería estar claro, hay que planificar un sistema de salud sólido que le permita a la nación enfrentar de manera adecuada cualquier contingencia previsible. Lo interesante es que las condiciones básicas para construir ese modelo ideal parecen estar servidas.

2022 es un año clave donde confluyen los escenarios para adelantar la conformación de los consensos de nación necesarios e indispensables para llegar a un gran acuerdo que supere intereses políticos y coloque como centro al ciudadano y su bienestar.

La elección de un nuevo presidente de la República, a la par de un congreso relativamente renovado, permiten pensar en la radicación de un proyecto de ley que reforme de fondo el sistema de salud colombiano, y si bien esto se ha intentado en muchas oportunidades, esta vez se contará con un interesante cúmulo de propuestas que vienen generándose desde la sociedad civil, y que deben ser el insumo básico para iniciar la discusión sobre qué se necesita en el país en esa construcción. Los esfuerzos que han realizado gremios, la academia, asociaciones de usuarios, sociedades científicas, usuarios del sistema, y demás colectivos de pensamiento, para pensar y proponer visiones de lo que debería ser el sistema de salud colombiano no pueden seguir siendo desestimados. La práctica de convocar para “escuchar”, y de esa manera legitimar procesos que al final no adoptan ninguna de las propuestas presentadas, ha generado cansancio en una sociedad civil que con la mejor voluntad quiere aportar, pero además, que al ser testigo de primera mano de las necesidades de las personas, que son desconocidas al descartar sus propuestas, termina perdiéndose una oportunidad de oro para que sea la nación la que construya el sistema que requiere.

Pero, además, este año está directamente relacionado con la formulación del nuevo Plan Decenal de Salud Pública 2022 – 2032, el cual debe reconocer en su estructuración las necesidades más sentidas de la población desde sus propios territorios, con el fin de avanzar de manera decidida, por fin, en el cierre de brechas relacionadas con la salud pero, y esto es quizás lo más importante, considerando los determinantes sociales y ambientales, que afectan a las comunidades, las personas y sus familias. Es en los territorios donde se debe anclar la gobernanza de la salud, pero también la implementación de los modelos de atención bajo estructuras como la atención primaria efectiva, real, con equipos interdisciplinarios que cobran pero que también conozcan a fondo a las comunidades, las familias y a los individuos. El costo beneficio de partir de los territorios en el manejo de la salud es una más de las deudas pendientes y que se elimina y evita con una planificación inteligente.

El tercer elemento que debe confluir para la construcción de ese sistema ideal de salud es el análisis serio de las lecciones aprendidas con la pandemia por COVID-19. Es el momento de comenzar los análisis sobre la suficiencia de los recursos, la autonomía y soberanía que como país tenemos para enfrentar crisis, pero a la vez, la capacidad para trabajar en alianza y cooperación regional en soluciones efectivas para problemas comunes. Conceptos como la globalización se han posicionado con fuerza durante las últimas décadas, pero es evidente que se hace necesario, por lo menos en salud, repensar su significado. Las naciones no pueden seguir dependiendo de otros países para solucionar sus problemas en aspectos como el acceso a medicamentos e insumos básicos, pero tampoco se puede desconocer que el grado de desarrollo desigual ha conducido a una dependencia que incluso ya supera las relaciones políticas entre países para ser ahora del manejo comercial con empresas y gobiernos. Es acá donde debe entrar un nuevo entender de lo global como la necesidad de ser solidarios para el bienestar y sobrevivencia de todos. De lo contrario, el futuro sin remedio será distópico.

Planificar adecuadamente requiere inteligencia, pero también de paciencia y de la capacidad de diálogo de dirigentes y sociedad civil. En salud, por lo menos, las barreras de los intereses personales deben dejarse de lado para colocar la meta de alcanzar un bienestar colectivo como eje de las funciones y del quehacer del estado, de no hacerlo, la forma actual de organizar nuestra sociedad, no tiene sentido.


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